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Fueron mui dilijentes en atender a los deberes de su ministerio relijioso. Bautizaban a todos los párvulos i ayudaban a bien morir a todos los que se hallaban en el caso. Ya vimos que bautizaron a varios adultos; trataban tambien de mantener en la fé a los pocos que la habian conservado desde el tiempo de Mascardi, i doctrinaban a los que obedeciendo a su llamado acudían a la mision.

El ilustrado Laguna entendia bien, que los medios espirituales no eran suficientes para domar el jenio feroz de estos salvajes, i trató por eso de poner en práctica otros ajentes civilizadores.

La lana que habia traido de Chiloé debia servir no solo para reemplazar sus vestidos de pellones, sino tambien para enseñarles el arte de tejer. Hizo construir casas para el uso de los caciques, los que pasaron efectivamente a ocuparlas. Esta medida tendía a atraerlos a la vida en pueblos, lo que habria equivalido a la primera i decisiva etapa en la vida civilizada. Les propuso tambien, como complemento a esa innovacion plantar i sembrar los productos, que se daban en la tierra, e impulsar la crianza de ganado.

Las intenciones caritativas i bien ideadas de Laguna no produjeron, por desgracia, el efecto deseado. Los caciques vivieron en esas casas solo durante un invierno i las abandonaron al entrar la primavera. Como estas tribus eran en parte nómades i se alimentaban de la caza, se comprende que era mui difícil obligarlas a vivir en asientos fijos, puesto que este sistema, los habria privado de los medios acostumbrados de subsistencia, que por el momento no se podian reemplazar, bien que Laguna hubiera tenido ya en mira remediar esta falta por la agricultura i ganaderia.

Mui pronto el padre Laguna tuvo que apercibirse que no se iban a cumplir las esperanzas halagüeñas que habia concebido con motivo de la primera invitacion de los puelches i de su acojida favorable durante los primeros meses. No fué solo que vió frustrarse sus nobles propósitos i marchar a paso mui lento la obra de la mision, sino que se vió aun espuesto a persecucione i ofensas crueles. Mas de una vez el digno padre Laguna, lo mismo que Guillelmo, estuvieron en peligro de ser muertos por los puelches i recibieron golpes de sus manos. En una de estas ocasiones la mujer del cacique poya Talian se interpuso valientemente en defensa de los padres.

Seria largo detallar estos hechos i los vejámenes de todo jénero que tuvieron que sufrir. Mencionamos solo un incidente de esta clase, por caracterizar bien la situacion difícil de los padres i por darnos a conocer un ejemplo de las raras consecuencias a que la supersticion lleva a los hombres salvajes.

Por el año 1706 corrió entre los pehuenches, que vivian a alguna distancia al Norte de la mision, una epidemia de "cursos de sangre" o