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Nahuelhuapi, que evitara la navegacion en los dos lagos i fuera transitable en todo su trayecto para mulas cargadas. El problema era sin duda de solucion mui difícil, porque la configuracion del tramo de la Cordillera, que habia que recorrer, era del todo desconocida, i su esploracion se podia hacer solo abriéndose paso a fuerza de machete i hacha por sus bosques impenetrables. Guillelmo no trepidaba, sin embargo, en acometerlo, porque estaba familiarizado con estas dificultades i abrigaba la esperanza de vencerlas.

Su proyecto tomó cuerpo, cuando "supo en Chiloé por la tradicion de muchos i por un español viejo [1], como desde Ralunchain se podia ir por tierra i a caballo hasta la misma mision, sin el embarazo de las dos lagunas i de otros muchos malos pasos que se evitaban. Por este camino, decian, entraban los españoles a maloquear a los indios que estaban en Burilochi, que por miedo de los españoles se retiraron o se consumieron; , ya se ha perdido la memoria de tal camino. El mismo español decia que él le habia andado, pero que ya por sus años no podia servir de guia; pero dió un derrotero por donde se pudiese guiar (Olivarez)"

Debemos anotar en esta relacion, como digna de nuestra atencion, la leyenda tradicional que es trasmitida a Guillelmo por un anciano e inspira a éste a emprender la reapertura del camino perdido. De la misma manera un pariente anciano de Miguel Barrientos le animó a renovar las correrias en busca de los Césares, las cuales sirvieron de iniciativa a los viajes de Menendez a la Cordillera que ya conocemos. En la historia de los viajes a Nahuelhuapi tuvo lugar el mismo hecho de emprenderse una espedicion por un camino caido en olvido en el curso de los años, sirviendo de informacion los datos de una persona de mucha edad, que le habia conocido en su un juventud. Esta trasmision se repitió tres veces consecutivas i en épocas mui distantes, por tratarse de personas mui viejas, de modo que alcanza hasta nuestros dias:

La primera vez un español ya, viejo dió noticias del camino de Buriloche al Padre Guillelmo, quien efectivamente le buscó i descubrió.

En la segunda Tomas Suarez, un viejo casi ciego de Calbuco, comunicó datos a Menendez sobre el camino ala mision, que él habia andado, siendo jóven, mas o ménos en tiempo de Guillelmo o poco despues, i cuyas dos rutas se habian perdido; los datos del pobre ciego eran por cierto algo vagos, pero Menendez acabó por hallar el camino de las Lagunas.

En la tercera vez el anciano José Antonio Olavarría, de quien nos hemos ocupado en la primera parte de este libro, dió por conducto de su nieto D. Vicente Gomez [2] informes auténticos sobre este mismo

  1. Segun Machoni, fué un indio puelche, anciano, el que dió estos informes a Guillelmo, diferencia relevante, porque Olivarez asegura que los puelches se abstuvieron de ayudar en la apertura del camino.
  2. En consiguiente que la tradiciones de los hombres ancianos pasen con preferencia a su familia, en las que se trasmiten por herencia, como sucedió en este i otros casos a que tendremos que referimos mas adelante.