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SIGUE NOTA (1) DE PÁJ. 19, DIA 21 DE DICIEMBRE DE 1783


    El modo con que los tableros proceden a su esplotacion hace que esta no deje agotada sino despues de mucho tiempo la existencia de la madera. Habiendo ellos descubierto una mancha de alerce, que no esté demasiado distante de algun puerto cómodo de embarque, el astillero, hacen entre varios un sendero (camino de cuicuyes. B. Muñoz Gamero), que siempre es mui estrecho i resbaloso i les sirve para bajar con sus cargas de tablas al hombro hasta la playa o el rio. Siendo trabajadores espertos escojen solo los palos mas fáciles de voltear i de mejor calidad, es decir mas dóciles para rajar en tablas, para obtener así en poco tiempo el mayor número de ellas. En las estaciones siguientes de corte se dirijen a otros lugares de condiciones análogas. A estos siguen otros tableros ménos diestros i emprendedores, que se establecen en la mancha abandonada por los primeros i que, no aspirando a un provecho mayor, procuran sacar un cuantas tablas de los palos sobrantes de inferior calidad. Actualmente se trabajan varios alerzales, donde "ya pasó el antiguo". Por último habiéndose acabado la madera útil para tablas, se van aprovechando en nuestra época los restos de los trozos para durmientes de ferrocarriles. Así sucede que estos alerzales no se hayan agotado aun despues de mas de cien años de constante esplotacion.

    Si bien parece casi inagotable el alerce, al modo de una mina, a la que se asemeja ademas por ser objeto del hallazgo i de una esplotacion libre pero llena de sacrificios, debe cesar allí la comparacion. El rendimiento de árboles jigantes, que se hallan solo dispersos i necesitan siglos i siglos para volver a crecer, no puede competir en manera alguna con el de los veneros contínuos de minerales. El alerce está ya mui escaso en la falda marítima de la Cordillera, que es por ahora la única accesible. Mas adentro, donde Menéndez i los esploradores modernos le encontraron tambien, existe abundante i en estado virjinal. Aun en esa parte i en todas, en que no ha pasado la mano destructora del hombre, le han destruido por grandes trechos las quemazones que ocurren allí en épocas mas o ménos distantes. Felizmente suelen dejar los troncos casi intactos para el uso. Es raro ya encontrar un árbol íntegro de grandes dimensiones. Recuerdo haber visto solo uno, en la cuesta de los Reulis del paso Perez Rosales, en estado virjinal i de un aspecto i tamaño propio de estos prodijios de la naturaleza.

    Diego de Rosales, el sabio historiador jesuita, llama el alerce el príncipe de los árboles de Chile, juicio que hace alto honor a su espíritu de observacion. El alerce es en realidad el representante en el hemisferio Sur de los árboles jigantes de la familia de las Coníferas, que crecen en la América setentrional en situacion i latitud análogas a las de nuestro árbol i gozan con razon de una fama universal. Es verdad que no alcanza del todo las dimensiones colosales de la Wellingtonia gigantea del valle Yosemite, pero no queda mui atras i por lo demas revela el mismo carác-