Página:Viajes de Fray Francisco Menéndez a la cordillera.pdf/58

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
35
sigue nota (4) de páj. 34, dia 10 de enero de 1784

    cruces en este lugar, que era el punto de salida para su internacion a la parte alta de la Cordillera. En situacion análoga hallé en mi viaje a Nahuelhuapi (1856) al pié del paso Perez Rosales varios árboles marcados con grandes cruces.

    Debemos al señor Vidal Gormaz el conocimiento de pormenores instructivos sobre esta costumbre simpática i orijinal: "Cerca del puerto o punto del destino hai una cruz de maderas, que (los tableros) colocan desde que abren la senda, para que les indique el fin de su viaje. Aquí descansan algun tiempo mas para esperar a los atrasados i descender juntos a la ribera. Antiguamente no pasaban por la cruz sin rezar un padre nuestro a las ánimas, mas hoi la colocan solo como el símbolo de esperanza que les anuncia el fin de su penoso viaje"[n 1].

    Juzgo posible que esta cruz simbólica sea una version, trasformada por la conversion cristiana, de las lejendarias apachetas de Atacama i Bolivia, i que así mismo tenga relacion con las ceremonias descritas por don Guillermo Cox[n 2] al atravesar el paso de Lifen. El señor Rodolfo Lenz ha llamado recientemente la atencion sobre estas últimas en una publicacion mui interesante [n 3].

    Sucede a menudo, que una antigua costumbre indíjena exista hasta el dia mas o ménos cambiada por el culto de la relijion católica. Un ejemplo que demuestra este hecho con relacion a las antiguas apachetas, es una mencionada i diseñada por E. George Squier en el paso de Guaylillo (14750 piés) entre Tacna i el lago Titicaca. La apacheta, que tiene 20 piés de altura, es coronada por una cruz. Tenemos aquí, por consiguiente un conjunto que se acerca bastante a nuestra cruz en el camino a la Cordillera i que confirma la mezcla aludida de costumbres paganas i cristianas.

    Se nos objetará que no hai lugar a jeneralizar por haber poca analojía entre los actos citados i ser demasiado grande la distancia de esos pueblos para suponer que tengan costumbres iguales. En cuanto a la primera objecion observaremos que las ceremonias, vista la suma diferencia en el carácter i recursos de los lugares, son necesariamente mui diferentes en su forma, aunque domine en ellos una misma idea fundamental El atacameño no dispone en el sitio sino de piedras y de pequeñas ofrendas que trae consigo. El pehuenche i el chilote disponen de abundante madera; el último echará de preferencia mano del alerce que le es tan útil. Ademas la gran distancia no ha sido impedimento que la altiplanicie de Bolivia cultive las mismas plantas alimenticias que Chiloé; es probable que el llama haya sido comun tambien a los dos. He demostrado en otro lugar que estos pueblos mantenian cierto comercio de pie-


  1. Viaje de esploracion, 1871 p. 72.
  2. Viaje etc. a la Patagonia. Santiago, 1863, p. 125.
  3. Viaje al pais de los Manzaneros. Anales de la Universidad 1895, marzo, p. 367.