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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

convicción practicada. Casi todos los meses venía allí á visitarle un cura católico de un pueblecito de las orillas del Rhin, y este cura, íntimo amigo del protestante, me daba ejemplo de esta fraternidad cristiana. Se consideraban como dos servidores de un mismo Dios, y en vez de pasar el tiempo riñendo entre sí, cumplía cada cual con su deber, dejando á su Señor el juzgar después sobre quién mejor ha interpretado su voluntad.

¡Qué censura tan hábil de la intransigencia del clero español!

Concluyó el verano: Rizal volvió á Heidelberg, y muy poco después estaba ya en Leipzig, en el riñón de Alemania, y precisamente la metrópoli del mundo de los editores y libreros. ¿Qué pensaría al desfilar por delante de las librerías de Brockaus, Hiersemann y tantas otras, en cualquiera de las cuales hay muchos más libros de importancia que los que existían en las librerías, casas particulares, conventos, etc., todo ello reunido, del Archipiélago filipino? Fácil es imaginarse las tristes reflexiones que se haría.… En Leipzig continuó practicando la oftalmología, según Blumentritt[1], y allí mismo, según otra versión[2], practicó además el honroso oficio de tipógrafo. Parece ser que pasaba en aquella sazón grandes apuros pecuniarios; su familia le mandaba cada vez menos dinero, y, según esa versión, Rizal vióse obligado á consagrar diariamente unas horas á la tipografía en una de las varias casas editoriales que en Leipzig se dedican á la publicación de obras en castellano. Con su inteligencia y su maña (peculiar de todas las razas filipinas), no es aventurado suponer que, si llegó á ser tipógrafo, aprendiera el oficio en pocos días, y así se ayudó á vivir, hasta primeros de 1887, en que se trasladó á Berlín, acaso porque recibiera los anhelados recursos.

Allí trató á verdaderas celebridades; merecen citarse: el Doctor Virchow, que le hizo miembro de la Sociedad Antropológica berlinesa; el Dr. F. Jagor, gran naturalista y viajero, cuya obra Reisen in den Philippinen (Berlín, 1873), traducida al inglés y al castellano, es la mejor que en su género registra la bibliografía filipina; el Doctor Joest, insigne geógrafo, y el Dr. Schülzer, de cuya clínica quirúrgica fué ayudante. A nadie, ni aun al mismo Prof. Blumentritt, á quien no trataba personalmente, pero con quien había simpatizado mucho, dijo una sola palabra acerca de la novela que tenía preparada, hasta después que fué impresa. Fechó la dedicatoria en «Europa, 1886»; pero hasta Marzo del 87 no comenzó á circular. Hízola


  1. Noticia que me comunicó en carta fechada en Leitmeritz, 14 de Enero de 1897, que conservo.
  2. So la he oído á un filipino amigo mio; pero no he podido comprobar la exactitud de la noticia.