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XI
PROLOGO

tuídos hasta por minutos. Es uno de los libros biográficos más completos que he leído.

Retana en asuntos filipinos tiene camino de Damasco, como San Pablo, aunque es un San Pablo al revés, porque en lugar de alejarse de la libertad para acercarse al sacerdocio, se alejó de éste para internarse en la libertad. Fué casi niño á Filipinas, y el prejuicio avasallador de que sin frailes se derrumbaría el poder de España le dominó en un principio. Cuando pudo pensar por su cuenta, atacó duramente la falsísima premisa.

Pasóme con Retana lo que con Rizal; ambos estaban alejados de mí: uno, á la derecha; otro, á la izquierda. Hace quince años no hubiese podido prologar libros de ninguno de los dos. Hoy, los tres tendríamos orientaciones semejantes.

¡Soberbia biblioteca la de Retana! ¡Y cómo supo sacar la miel de ella para sus libros, hasta lograr no pocos elogios de celebridades, entre las figura Menéndez Pelayo!

¿Voy á descubrir ahora que además de historiador es novelista, periodista, político, que ha sido Gobernador, Diputado, etc.?

Este libro es bueno y no necesita la enumeración de circunstancias atenuantes. Al fin, Retana en España es el filipinólogo por antonomasia.




Siempre procuré, como político, vivir algo alejado de los acontecimientos diarios y menudos y de las personas, aun de las que más quiero y admiro, para apreciar mejor los conjuntos, sin que el detalle, la preocupación, los rozamientos, turben el criterio; de mis aficiones artísticas de la juventud conservé esa regla de perspectiva; quizás para el medro perjudique el sistema. Tengo, pues, cierta confianza en mi imparcialidad, que he de aplicar ahora á ciertos delicados problemas sugeridos por esta obra.

¿Nos inspirará el escarmiento, como deseaba el ilustre Blanco? Todavía no.

Perdimos dos onzas de oro, Filipinas y las Antillas, y nos quedan unos céntimos de colonia en Fernando Poo, y allí estamos, desgraciadamente, reproduciendo el sistema. Sistema? ¿Lo es el arte de domador que empleamos, convirtiendo en jaula de fieras las colonias, en las que con el látigo, el grito y la mirada amenazadora y fija acorralamos á los indigenas? Eso es una colonización de circo.

Fué á Fernando Poo, y fué y volvió pobre, un Gobernador general civil, el primero de esta clase, muy experimentado en Filipinas.