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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

meros días de su niñez, cuyo dulce recuerdo debió evocar la mente de Rizal cuando, antes de trasponer por vez postrera aquellos santos umbrales, volvió á ver aquella piadosa imagen del Sagrado Corazón, obra de sus infantiles manos, y que el Hermano portero le mostró, mientras el joven le decía:— ¡Otros tiempos, hermano, otros tiempos que pasaron; porque ya no creo en esas cosas!»[1].

Los días que permaneció en Calamba los aprovechó sin tregua: la semilla de su predicación de entonces, germinaba aún, con gran pujanza, en 1891; de tal suerte, que se hizo preciso que las autoridades tomasen las rigurosas medidas que más adelante apuntaremos. De aquella predicación hallamos una síntesis en uno de los pasajes de la extensa carta de Manila publicada en La Época del 27 de Diciembre del año consignado[2]. Hé aquí lo más esencial; va á renglón seguido del esbozo del estado político en que se hallaba el país, como consecuencia del influjo de Quiroga y de Centeno:

«En tales circunstancias llegó á Filipinas, procedente de Alemania, el calambeño José Rizal, quien reunió de seguida á lo más granado de su pueblo, y entre aquellas sencillas gentes divulgó con pertinaz insistencia ideas rabiosamente opuestas á los españoles, á las autoridades y en particular á los religiosos, á ciencia y paciencia de los que debieron impedir tales predicaciones. Rizal ha inspirado entre sus paisanos odio á la religión católica, y sus más adeptos han abandonado toda práctica religiosa, cumpliendo en esto fielmente con lo que enseña en su novela Noli me tángere, antipatía profunda á los religiosos, desprestigiándolos y diciendo de ellos que son los explotadores del indio de Calamba, y otra porción de cosas por el estilo, depresivas, no ya para los dominicos, sino también para todas las demás comunidades, y nada digamos de cómo pinta á la raza española.

…»¡Cuántas responsabilidades tiene sobre si ese germanófilo, pues con sus teorías ha venido á producir mil disgustos á muchos de sus paisanos! En Calamba no se habla sino de los triunfos de Rizal, de sus promesas, de la acogida que le dispensan los sabios (?) de Europa; de sus viajes por Alemania; de su poder y grandes influencias (!) en esa nación; de que se va á traer una escuadra alemana (!!); de que él les ha de dar á sus paisanos la propiedad de la hacienda de Calamba; de que allí se ha de constituir un gran Estado, una República modelo… En fin, mil paparruchas que tienen totalmente perturbadas á aquellas gentes de un modo tal, que es ridículo y absurdo, pero exactísimo, que en Calamba á los que siguen á Rizal


  1. Rizal y su obra, citado; capitulo viii.
  2. Carta anónima, fechada en Manila á 17 de Noviembre de 1891; inspirada, evidentemente, por algún fraile dominico.