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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

y hay que fusilarte. Tan monstruosa lógica no les cabía en la cabeza á los filipinos liberales; pero tampoco á muchos españoles que, odiando á los frailes de todo corazón, se decían: y yo, ¿soy filibustero? De donde los filipinos deducían que el concepto de «filibustero» no estaba precisamente en las ideas, sino ¡ay! en la partida de bautismo. ¿Y por ventura podía el malayo nacido en Calamba transformarse en europeo nacido en Zaragoza?…


II


Tenemos á Rizal en Hong-Kong, en donde, según el folleto que se atribuye á los padres jesuítas[1], «prosiguió la activa é incesante propaganda filibustera en que venía ocupándose, en unión de sus adláteres; redactando proclamas numerosas, que eran luego remitidas á granel á la capital del Archipiélago, por cuya ruína trabajaban constantemente las sectas, cuyas perversas teorías inspiraban aquellas funestas hojas, aquellas incendiarias proclamas.

»Estas proclamas, esparcidas con suma difusión por entre las masas del pueblo, y repartidas varias veces con la mayor desvergüenza en el mismo puente de España, en Manila, fueron las que prepararon el célebre movimiento de [1.º de] Marzo de 1888, en que, reunidas muchas Principalías de los pueblos, hicieron una manifestación cívica de las que llaman pacíficas, y se presentaron al gobernador civil de Manila, el h.·. 33 D. José Centeno y García, quien recibió muy cariñosamente á los manifestantes, y aun, según algunos le atribuyen, corrigió él mismo las faltas del castellano de la solicitud que aquéllos presentaron, pidiendo el destierro del señor Arzobispo y la supresión de las Ordenes religiosas en el Archipiélago.»

Aceptado que Rizal redactase alguna de las proclamas, que desde años antes venían circulando, sin que Rizal tuviera en ello arte ni parte, tenemos que volver al tema: ¿eran verdaderamente filibusteras? Aquellas proclamas, como casi todas las esparcidas subrepticiamente por Manila hasta 1896, no contenían un solo concepto contra la unidad nacional; eran, por lo común, contra los frailes, ni siquiera contra los jesuítas: en ellas se predicaba el odio á las corporaciones de agustinos, dominicos, recoletos y franciscanos, los dueños precisamente de las mejores fincas urbanas de Manila y de las grandes haciendas del archipiélago filipino; los que tuteaban á los indígenas,


  1. Rizal y su obra, ya citado; capítulo ix.