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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

del Morga, hecha por Stanley (London, 1868), etc. Y en tanto que él estudiaba, á fin de, con arreglo á su criterio y á sus miras de propagandista, establecer un paralelo entre la antigua y la moderna civilización de Filipinas, ¿qué impresiones le venían de afuera? Recojamos esta declaración, hecha horas antes de ser fusilado:

[En Londres] «pude notar que se me atacaba con saña, se predicaba contra mi libro [Noli me tángere], se abominaba de mí, y aun creo que se concedieron indulgencias [así es la verdad] á folletos en que se me injuriaba. Resultó lo que había de suceder: cada sermón, á los ojos de mis paisanos, era una homilía; cada injuria, un elogio; cada ataque, nueva propaganda de mis ideas… ¿A qué negarlo? Me envanecía semejante campaña»[1].

Contra el Noli me tángere y contra el Autor se habían desencadenado los frailes de Filipinas, pero singularmente el agustiniano Fr. José Rodríguez, tocado de misticismo arcaico, excelente sujeto sin más defecto que el de padecer cierta atrofia mental, algo así como un rezago intelectual de algunos siglos; excelente sujeto, vuelvo á decir, que recogiendo, ó creyendo recoger, los conceptos fundamentales del Noli me tángere, se propuso pulverizarlos en una serie de opusculillos de la que sólo conservo el anuncio, digno ciertamente de los honores de la resurrección: llevaban todos á la cabeza el título genérico de: Cuestiones de sumo interés, y éstos en particular:

  1. ¿Por qué no los he de leer?
  2. ¡Guardaos de ellos! ¿Por qué?
  3. ¿Y qué me dice V. de la peste?
  4. ¿Por qué triunfan los impíos?
  5. ¿Cree V. que de veras no hay purgatorio?
  6. ¿Hay ó no hay infierno?
  7. ¿Qué le parece d V. de esos libelos?
  8. Ó confesión, ó condenación.

Todos los cuales se difundieron profusamente por el país, en castellano y en idioma indígena, con la nota de que el Prelado diocesano concedía indulgencias á los lectores. Vendíanse á cinco pesos el millar; á 75 céntimos de peso el ciento; á céntimo de peso cada uno. Tamaño, 32.º; y ninguno pasaba de 32 paginitas. Esto, y la oratoria sagrada con que se despotricaba contra Rizal, agigantó extraordinariamente la fama de Rizal, en su país. Los frailes eran sus más eficaces propagandistas. En Madrid lo fué el académico Sr. Barrantes (que pasó por una lumbrera en asuntos de erudición filipina, siendo así que lo ignoraba casi todo); antes lo había sido el Sr. Vida en el


  1. Carta de D. Santiago Mataix, fechada en Manila, 30 Diciembre 1896; publicada en el Heraldo de Madrid del 5 de Febrero de 1897.
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