Página:Vida y escritos del Dr. José Rizal, por Wenceslao Retana.pdf/189

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
169
VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

el heredero de tantos bienhechores de la iglesia, el sobrino de sacerdotes, el educado por sacerdotes, el amparo de los pobres y desvalidos, y, por ser cuñado de Rizal, ¡le entierran en el campo!»

Y próximo á concluir, dice el articulista:— «Al pueblo español, á todos los honrados católicos, á todos los nobles españoles, á la prensa liberal é ilustrada de la Península, al gobierno liberal y sensato del Sr. Becerra, denunciamos estas injusticias!» —Perdió el tiempo Rizal: el cadáver de su cuñado, enterrado en el campo, ¡en el campo siguió! Justo es reconocer que quien experimentaba infamias semejantes tenía motivos para ser filibustero. Y, sin embargo, Rizal no lo era todavía. No; no lo era, aunque cause asombro que no lo fuese. La pluma que denunciara esa iniquidad sin nombre, escribía algunos meses después un artículo intitulado Diferencias, con la firma de José Rizal al pie, donde se lee:

«Por lo demás, nosotros no pedimos que expulsen á los frailes; estamos lejos de hacer con ellos lo que la Europa civilizada y la misma España ha hecho, derramando su sangre y quemando sus conventos[1]. Nuestro país es más hospitalario, y aunque los frailes, con su política de odios y de represiones, quieran borrar de nuestra memoria los beneficios que un tiempo nos han hecho, nosotros no los hemos de olvidar, y nos acordaremos siempre que en las crisis del pueblo filipino, cuando en un tiempo tuvo que cambiar creencias, nombre, señores y gobierno, ellos eran los que más se interponían entre los miserables indios y los encomenderos. Esto no lo olvidaremos, y sin buscar si su intervención era ó no interesada, la reconoceremos siempre, y sólo lamentaremos verles ahora ocupando el lugar de aquellos verdugos.

»Pero de esta gratitud á que consintamos que nos condenen á una eterna ignorancia, hay un abismo. Pretenderlo sólo, en nombre de los beneficios recibidos, es absurdo, y desprestigiar todo el pasado; es echar abajo toda la obra levantada

»Probablemente lo mejor será dejarle al Gobierno arreglarse con ellos, y que los tiempos se encarguen de darle la razón á quien la tenga. Si los atacamos, nos han de llamar filibusteros; si los defendemos, somos traidores á nuestras convicciones, y creemos que peligrará la paz en filipinas. ¡Salga el sol por donde pueda!»

Y concluye con este importante párrafo, lleno de sensatez:


  1. Las turbas en España han cometido con los frailes horrores mucho mayores, y con menos motivo, que los filipinos con los frailes, á quienes respetaron la vida mientras los tuvieron prisioneros, siendo así que tan fácil les hubiera sido á los insurgentes despachar para el otro mundo, si no á todos, á casi todos los frailes.