Página:Vida y escritos del Dr. José Rizal, por Wenceslao Retana.pdf/203

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
183
VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

suyos, acusando al propio tiempo á El Pueblo Soberano de que no sabía mantener su credo político con la justicia debida. Rizal termina así su alegato[1]:

…«sentimos… el que un periódico perteneciente á un partido que tiene elevadas aspiraciones, que sueña en la realización de grandes ideales, que simboliza la igualdad en la forma gubernamental y en la legislación, tratándose de filipinos reniegue por completo de sus creencias para adoptar el lenguaje del despotismo más injusto y cruel, basado en el error, como para desesperar á los fieles habitantes del Archipiélago, como para decirles: «¡Ja! No espereis en la Justicia, no espereis que se reconozcan vuestros derechos, no espereis piedad: ¡nosotros no seremos nunca vuestros hermanos! Nosotros queremos, sí, la Libertad, la Justicia, la Igualdad, pero las queremos para nosotros solos; nosotros luchamos por los fueros de la humanidad, pero sólo de la humanidad europea; nuestra mirada no alcanza más allá; vosotros los que sois de raza amarilla ó morena, ¡arreglaos como podais! Todos los partidos, hasta los más liberales, son despóticos para las colonias. Si quereis Justicia, ¡conquistadla

Aquí sólo puede ponerse una palabra por vía de comentario: ¡verdad! — Y, por consiguiente, justificado el filibusterismo á que los españoles, republicanos inclusive[2], impulsaban á los filipinos.

Por lo demás, y partiendo del supuesto de que esa proclama de la mano delirante la escribiese Rizal, ¿quién nos dice que no fué escrita, más bien que para excitar á la revolución, para desvirtuar el efecto de la de Buencamino? Harto sabía Rizal (y cien veces lo repitió en momentos solemnes) que una revolución no se lleva á cabo sin organización previa, sin dinero y sin armas, y con nada de esto contaban los filipinos entonces. En Rizal, ya lo hemos visto, morir por la Patria constituía un anhelo vehemente; pero al propio tiempo hay que reconocer, atentos al estudio de su psicología, de sus hechos y de sus as, que no era un demagogo, sino hombre apacible, bondadoso, muy pensador y eminentemente soñador, sacudido con más ó menos frecuencia por las flagelaciones de la adversidad; pero la nota


  1. La Solidaridad, núm. 20; Madrid, 30 de Noviembre de 1889. — Rizal estaba en París.
  2. El País, de Madrid, diario republicano de los más caracterizados, censuró (en 1891) en términos acres que hubiera sido nombrado Presidente de Sala de la Audiencia de Manila el digno é ilustrado magistrado peninsular D. Cristóbal Cerquella, sólo porque… ¡estaba casado con doña Carmen Pardo de Tavera, hermana de D. Joaquín! (uno de los inicuamente complicados en los sucesos de Cavite del año 1872. ¡Ya había llovido!). — Véase El País del 3 de Agosto de 1891, y véanse además las atinadas reflexiones que sobre el asunto hizo el Prof. Blumentritt en La Solidaridad del 31 del mismo mes y año.