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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

tumbrado al yugo, añade:— «Todo augura, pues, á primera vista, otros tres siglos, cuando menos, de pacífica dominación y tranquilo señorío. Sin embargo, por encima de estas consideraciones materiales, se ciernen invisibles otras de carácter moral, mucho más trascendentales y poderosas»…

El análisis que hace de la psicología de los pueblos malayos es notabilísimo, y del todo al todo opuesto al conocimiento que los españoles tenían del asunto; los cuales, en este particular, tomaban las lecciones de los frailes, que tuvieron siempre buen cuidado de pintar al indio como un ser indescifrable, apático, sin asomos de dignidad personal, servil, de ningún talento, «con la inteligencia en las manos»[1], etc., etc. Del análisis de esa psicología, como del cambio que en ella venía operando la acción ineluctable del tiempo, obtiene Rizal la consecuencia de que las cosas en su país tienen necesariamente que cambiar, de una manera ó de otra; y como era lógico en él, aconseja que ese cambio se efectúe de una manera pacífica. Al fijarse en que los Gobiernos de la metrópoli iban concediendo alguna reforma benéfica, como la implantación del Código penal, que califica de gota de bálsamo», exclama:— «¿Pero de qué sirven todos los Códigos del mundo, si por informes reservados, por motivos fútiles, por anónimos traidores, se extraña, se destierra, sin formación de causa, sin proceso alguno, á cualquier honrado vecino?»… Y poco más adelante advierte:— «Si los que dirigen los destinos de Filipinas se obstinan, y en vez de dar reformas quieren hacer retroceder el estado del país, extremar sus rigores y las represiones contra las clases que sufren y piensan, van á conseguir que éstas se aventuren, y pongan en juego las miserias de una vida intranquila, llena de privaciones y amarguras, por la esperanza de conseguir algo incierto». —Y como este aviso, tan noblemente dado, tantos otros, entre ellos el que da después de aconsejar que se conceda á Filipinas Representación en Cortes; porque de continuar el país como se hallaba, sin voz en el Parlamento, «podemos asegurar que dentro de algunos años, el actual estado de cosas se habrá modificado; pero inevitablemente. Hoy existe un factor que no había antes: se ha despertado [gracias al Autor] el espíritu de la Nación».

Pero sin duda lo más culminante de este notable trabajo, inspirado en los más sanos principios, que ojalá hubieran leído y tenido en cuenta nuestros gobernantes, es el examen que el Autor hace de las


  1. Frase muy repetida, incluso por el propio D. Manuel Becerra, siendo ministro de Ultramar, en el discurso que pronunció en el Congreso de los Diputados, contestando al Sr. Calvo y Muñoz. — Véase el folleto Filipinas en las Cortes: Madrid, E. Jaramillo, 1890.