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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

siempre corriendo tras las mariposas y las flores! Os ligáis para con vuestros esfuerzos unir vuestra patria á la España con guirnaldas de rosas, cuando en realidad ¡forjáis cadena más dura que el diamante! Pedís igualdad de derechos, españolización de vuestras costumbres y no véis que lo que pedís es la muerte, la destrucción de vuestra nacionalidad, la aniquilación de nuestra patria, la consagración de la tiranía! ¿Qué seréis en lo futuro? Pueblo sin carácter, nación sin libertad; todo en vosotros será prestado, hasta los mismos defectos. ¡Pedís españolización y no palidecéis de vergüenza cuando os la niegan! Y aunque os la concedieran, ¿qué queréis?, ¿qué vais á ganar? Cuando más feliz, país de pronunciamientos, país de guerras civiles, república de rapaces y descontentos, como algunas repúblicas de la América del Sur. ¿A qué venís ahora con vuestra enseñanza del castellano, pretensión que sería ridícula si no fuese de consecuencias deplorables? ¡Queréis añadir un idioma más á los cuarenta y tantos que se hablan en las islas para entendernos cada vez menos!…

»—Al contrario: si el conocimiento del castellano nos puede unir al Gobierno, en cambio puede unir á todas las islas entre sí.

»—¡Error craso!, interrumpió Simoun: os dejáis engañar por grandes palabras y nunca vais al fondo de las cosas á examinar los efectos de sus últimas manifestaciones. El español nunca será lenguaje general en el país; el pueblo nunca lo hablará, porque para las concepciones de su cerebro y los sentimientos de su corazón no tiene frases ese idioma: cada pueblo tiene el suyo, como tiene su manera de sentir. ¿Qué vais á conseguir con el castellano los pocos que lo habéis de hablar? Matar vuestra originalidad, subordinar vuestros pensamientos á otros cerebros, y en vez de haceros libres, ¡haceros verdaderamente esclavos! Nueve por diez de los que presumís de ilustrados, sois renegados de vuestra patria. El que de entre vosotros habla ese idioma, descuida de tal manera el suyo, que ni lo escribe ni lo entiende, y ¡cuántos he visto yo que afectan no saber de ello una sola palabra! Por fortuna tenéis un Gobierno imbécil. Mientras la Rusia para esclavizar á la Polonia le impone el ruso; mientras la Alemania prohíbe el francés en las provincias conquistadas, vuestro Gobierno pugna por conservaros el vuestro, y vosotros, en cambio, pueblo maravilloso bajo un gobierno increíble, ¡vosotros os esforzáis en despojaros de vuestra nacionalidad! Uno y otro os olvidáis de que mientras un pueblo conserve su idioma, conserva la prenda de su libertad, como el hombre su independencia mientras conserva su manera de pensar. El idioma es el pensamiento de los pueblos. Felizmente vuestra independencia está asegurada: ¡las pasiones humanas velan por ella!…»