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W. E. RETANA

gunto yo á mi vez: ¿Han cumplido los frailes con su compromiso?… ¿Cómo cumplen con su deber los que en los pueblos inspeccionan la enseñanza? ¡Impidiéndola! Y los que aquí han monopolizado los estudios, los que quieren modelar la mente de la juventud, con exclusión de otros cualesquiera, ¿cómo cumplen con su misión? Escatimando en lo posible los conocimientos, apagando todo ardor y entusiasmo, rebajando toda dignidad, único resorte del alma, é inculcando en nosotros viejas ideas, rancias nociones, falsos principios incompatibles con la vida del progreso… Los frailes de todas las órdenes se han convertido en nuestros abastecedores intelectuales, y dicen y proclaman, sin pudor ninguno, que no conviene que nos ilustremos, porque vamos un día á declararnos libres. La libertad es al hombre lo que la instrucción á la inteligencia, y el no querer los frailes que la tengamos, es el origen de nuestro descontento.»

[El fraile:]— «¡La instrucción no se da más que al que la merece! Dársela á hombres sin carácter y sin moralidad, es prostituirla.

—Y ¿por qué hay hombres sin carácter y sin moralidad?

—Defectos que se maman en la leche, que se respiran en el seno de las familias; ¡qué sé yo!

—¡Ah, no, P. Fernández! Usted no ha querido profundizar el tema; usted no ha querido mirar al abismo por temor de encontrarse allí la sombra de sus hermanos. Lo que somos, ustedes lo han hecho. Al pueblo que se tiraniza, se le obliga á ser hipócrita; aquel á quien se le niega la verdad, se le da la mentira; el que se hace tirano, engendra esclavos. No hay moralidad, dice usted, ¡sea!; aunque las estadísticas podrían desmentirle, porque aquí no se cometen crímenes como los de muchos pueblos cegados por sus humos moralizadores. Pero… convengo con usted en que somos defectuosos. ¿Quién tiene la culpa de ello: ó ustedes, que hace tres siglos y medio tienen en sus manos nuestra educación, ó nosotros, que nos plegamos á todo? Si después de tres siglos y medio el escultor no ha podido sacar más que una caricatura, ¡bien torpe debe ser!

—Ó bien mala la masa de que se sirve.

—Más torpe entonces aún; porque, sabiendo que es mala, no renuncia á la masa y continúa perdiendo el tiempo…; y no sólo es torpe, defrauda y roba, porque, conociendo lo inútil de su obra, la continúa para percibir el salario…; y no sólo es torpe y ladrón, es infame, porque se opone á que otro escultor [la enseñanza secular] ensaye su habilidad y vea si puede producir algo que vale la pena. ¡Celos funestos de la incapacidad!»

Isagani fué preso aquella tarde. El pasquín resultó como «el juego de los antiguos carabineros»; que ellos mismos «deslizaban debajo de