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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

de Simoun, bajó la escalera, y con la maleta en la mano se fué á una roca próxima á su casa.

«El padre Florentino miró á sus pies. Allá abajo se veían las obscuras olas del Pacífico batir las concavidades de la roca, produciendo sonoros truenos, al mismo tiempo que heridas por un rayo de luna, olas y espumas brillaban como chispas de fuego, como puñado de brillantes que arrojase al aire algún genio del abismo. Miró en derredor suyo. Estaba solo. La solitaria costa se perdía á lo lejos en vaga neblina, que la luna desvanecía hasta confundirla con el horizonte. El bosque murmuraba voces ininteligibles. El anciano entonces, con el esfuerzo de sus hercúleos brazos, lanzó la maleta al espacio, arrojándola al mar. Giró varias veces sobre sí misma, y descendió rápidamente trazando una pequeña curva, reflejando sobre su pulimentada superficie algunos pálidos rayos. El anciano vió saltar gotas, oyó un ruido quebrado, y el abismo se cerró tragándose el tesoro. Esperó algunos instantes para ver si el abismo devolvía algo; pero la ola volvió á cerrarse tan misteriosa como antes, sin aumentar en un pliegue más su rizada superficie, como si en la inmensidad del mar sólo hubiera caído un pequeño pedrusco.

»—¡Que la naturaleza te guarde entre los profundos abismos, entre los corales y perlas de sus eternos mares!, dijo entonces el clérigo, extendiendo solemnemente la mano. Cuando para un fin santo y sublime los hombres te necesiten, Dios sabrá sacarte del seno de las olas… Mientras tanto, ahí no hallarás el mal, no torcerás el derecho, no fomentarás avaricias!…»

Tal es la hermosa página, verdaderamente zolesca, con que fenece el libro, que deja una impresión de vaga melancolía. Es la obra de un revolucionario místico, inspirado á veces por un espíritu diabólico, y, sin embargo, lleno siempre de unción. Á cada paso se invoca la Justicia Divina; á cada paso se muestra una confianza ciega en los designios del Omnipotente. La obra, ya lo hemos dicho, tiene de novela lo menos posible; resulta á manera de colección de disertaciones pronunciadas por personajes más o menos simbólicos, falsos en general, no obstante que los hechos que en el libro se refieren son casi todos ciertos, rigurosamente históricos. Simoun (Ibarra redivivo) es una figura fantástica, inverosímil de todo punto. Sirve de pretexto para estimular las ideas revolucionarias; dice para lo que puede servir la nitroglicerina; esboza todo un plan estratégico para la posesión de la plaza de Manila… Y Simoun no es separatista, ni la novela tampoco. Simoun es un caso de desesperación; un destructor; un anarquista frenético. No quiere á Filipinas independiente, porque se convertiría en un caos espantable; quiere la regeneración de la raza,