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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

signadas, no tenía solución posible, dada la incompatibilidad que existía entre el fraile (fuerza que garantizaba la sujeción de la colonia á la metrópoli) y el progreso (aspiración un tanto vaga de algunos Gobiernos liberales); y ante esta fatalidad no faltaron insulares que, estimulados por la dignidad herida, llegasen á concebirlo todo, hasta el ideal de la Independencia, siquiera los más reflexivos, como Rizal, comprendiesen lo difícil que era conseguirla, mayormente en condiciones un tanto ventajosas para lo porvenir. — Penétrese en la entraña psicológica de los más calificados filibusteros filipinos, y se verá que á ese sentimiento les arrastró tan sólo la desesperación. Pasóles á muchos de ellos lo que les pasa á ciertos anarquistas: comienzan acariciando un ideal de redención; pero estalla una bomba, y hé aqui que el idealista, ajeno por completo al estallido, llega á verse preso y procesado, y acaso martirizado. Le absuelven al fin; pero las iniquidades sufridas llévanle, de teorizante romántico, á experimentar un deseo de venganza, que exterioriza en momentos de excitación palabrera. Y estalla otra bomba; y aunque tampoco esta vez ha tenido arte ni parte, vuelve á verse nuevamente preso, procesado y maltratado… Y el que fué nada más que un soñador llega, á impulsos de la desesperación, á pensar en ser ejecutor, y, si le es posible, á serlo efectivamente.

En Filipinas, ser liberal y no vivir sometido de buen grado al humillante régimen que imponía la férula frailuna, equivalía á ser filibustero; y á las primeras de cambio, ese liberal veíase en Joló, en la Paragua, ó en cualquier otro punto insalubre, deportado. A su vuelta del destierro, el desdén que por el régimen había sentido antes, truécalo en odio profundo, que no siempre acierta á disimular… ¡Y vuelve de nuevo á la proscripción! Si algún día se ve libre, ¿cabe en lo humano que ese hombre, que ningún daño ha hecho, proclame la bondad del régimen que tantas amarguras le costara?

Hay cosas que ni aun los más obligados á la resignación pueden dignamente soportarlas. Dijérase que la Providencia había querido que una de las corporaciones religiosas coloniales pudiera estudiar experimentalmente en su seno la psicología del filibusterismo. Debido á la feliz iniciativa del comisario apostólico Fr. Manuel Diez González, á raíz de haberse encargado los agustinos filipinos del Real Monasterio de El Escorial, lo más selecto de la juventud de la provincia del Santísimo Nombre de Jesús dedicóse á estudiar, en los principales centros de cultura, diversas disciplinas. Y no tardó en formarse una brillante pléyade de frailes que vino á ser gala y ornato de la provincia citada: ellos esmaltaban las páginas de La Ciudad de Dios; ellos desempeñaban lucidamente las cátedras del Colegio y