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W. E. RETANA

maldecir del régimen que tan miserablemente le trataba? Hacíase con él lo que con el más feroz anarquista; y allá, en el fondo de su conciencia, no vería otro pecado que el de haber intentado crear una Asociación[1] que, estrechando los vínculos del paisanaje, pudiera defender á los filipinos liberales contra los desafueros de un sistema político, merced al cual ningún indígena era dueño de su pensamiento, ni de su conciencia, ni de nada; en cambio, los frailes, los advenedizos, por unos procedimientos ó por otros, eran los dueños de todo. Dejémosle que navegue…

Las cosas no podían quedar como Despujol quería. Su decreto clamaba al cielo. Con la ida de Rizal, la «Liga» quedaba virtualmente deshecha; pero en cambio comenzaba á funcionar el Katipunan; el Katipunan, fundado el siete de Julio de mil ochocientos noventa y dos, á las pocas horas de haber salido á luz en la Gaceta el decreto, tristemente famoso, condenando el proceder de Rizal y disponiendo su deportación. Aquella tarde, la del 7 de Julio, en una posesión de la calle de Ilaya, reuniéronse: Andrés Bonifacio, Deodato Arellano, Valentín Díaz[2], Teodoro Plata, Ladislao Diua y José Dizón, y fundaron en el acto[3] el Kataas-taasan Kagálang-gálang Katipunan nang mang̃a Anak Bayan, ó lo que es igual, puesto en romance: la Soberana y Venerable Asociación de los Hijos del Pueblo, «cuyo objeto y fines eran el filibusterismo», según confesión de uno de los que allí se reunieron[4], y, según Reyes, «redimir á Filipinas de sus tiranos»[5]. Dicho escritor añade: «Sin saberlo Rizal el Katipunan le aclamó su Presidente honorario». Tenemos, pues, que la disposición de Despujol, al envolver con el nimbo del martirio la figura de Rizal, motivó que cristalizase el Katipunan, desde un año antes ideado por Marcelo H. del Pilar, cuyo pensamiento sin embargo no había tenido realización, á pesar de que desde 1891


  1. La Liga Filipina. — «Esperando alcanzar de España las reformas que el estado del país reclamaba, Rizal, en unión de algunos filipinos prestigiosos, formó la Liga Filipina, sociedad que se proponía trabajar por la instrucción pública, por la abolición del poder monacal, por la representación de Filipinas en el Congreso de la Metrópoli, y para conseguir el fin, que se aplicara en la colonia la legislación vigente en la madre patria, inspirándose en lo que entonces se llamaba política de asimilación.» —T. H. Pardo de Tavera: Reseña histórica de Filipinas: Manila, Bureau of Printing, 1906; pág. 73.
  2. Valentín Díaz, ilocano, de unos cuarenta años entonces; fué de los más ardientes propagandistas del Katipunan.
  3. Según declaración de José Dizón —Retana, Archivo, III, 202. — Lo confirma Reyes, Sensacional Memoria, pág. 69.
  4. José Dizón, su declaración citada en la nota precedente.
  5. La Sensacional Memoria, pág. 69.