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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

Moisés Salvador lo había pretendido. En una palabra: para el porvenir de España en Filipinas, el decreto de Despujol contra Rizal tuvo más eficacia que todas las proclamas, que todos los folletos, que todos los libros publicados por el célebre Doctor.

La Liga fenecía y el Katipunan surgía: el proyecto de Pilar prevaleció sobre el proyecto de Rizal. Pilar y Rizal marchaban paralelamente á un mismo fin; sólo que Rizal buscaba el apoyo en el elemento burgués é inteligente, y Pilar en el plebeyo: Pilar tenía algo de demagogo; Rizal era eminentemente espiritualista: Pilar parecía inspirarse en la Commune; Rizal no concebía la conquista de la Libertad sin la conquista previa de la cultura del pueblo (tesis de sus novelas): Pilar infundía sentimientos revolucionarios; Rizal infundía sentimientos nacionalistas: el Katipunan era emblema de guerra; la Liga era emblema de paz. Acaso por estas razones tuvo Pilar para el general Blanco mucha más importancia que Rizal[1]. El fin de ambos era el mismo, sino que por procedimientos diferentes: Pilar, todo astucia, era gubernamental por defuera (en sus escritos para el público), y un demagogo por dentro; Rizal, todo ingenuidad, era un revolucionario intelectual por defuera, y por dentro un soñador, enamorado del desenvolvimiento pacífico de las ideas. Quede bien establecido el paralelo, que no llegaron á comprender los espíritus vulgares y ofuscados: la Liga no fué nunca, ¡jamás!, el Katipunan: la Liga no pedía sangre, ni para ahora ni para después; el Katipunan, si no la pedía inmediatamente, por falta de organización y de hombres, la pediría en la primera oportunidad, como en efecto aconteció, aunque antes de sazón, porque su alma, Andrés Bonifacio, no tuvo paciencia para soportar más tiempo la «tiranía» á que el pueblo filipino se hallaba sometido[2].

Mientras Bonifacio y algunos más echaban en el surco la primera simiente, José A. Ramos, Pedro Serrano y Timoteo Páez promovían una suscripción para Rizal, «á la que contribuyeron todos los afilia-


  1. «Marcelo H. del Pilar, el más inteligente, el verdadero verbo de los separatistas, muy superior á Rizal…» —General Blanco: Memoria que al Senado dirige…; Madrid, 1897, pág. 75.
  2. Véanse en qué términos establece el paralelo el caracterizado escritor filipino D. Isabelo de los Reyes en su Memoria citada:
    «La Liga fué fundada por Rizal; tenía humos de docta, y no podía tolerar que también la plebe se permitiese el lujo de formar sociedad clandestina [el Katipunan], pues ella creía que éste era el patrimonio exclusivo de los filipinos ilustrados. Y por el contrario, los katipuneros les decían: «Vosotros sois sabios todos, y donde hay sabios, las discusiones frecuentes lo esterilizan todo; por eso no queremos admitir á los doctos en nuestra sociedad, á no ser con la condición de obedecer y callar, siempre trabajando.»
    »La Liga era partidaria de conseguir la asimilación política y abso-