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W. E. RETANA

que les profesase consideración y afecto[1]. Siento sólo, como deportado en un pueblo como Dapitan, no tener nada para corresponderle; pero espero que la ocasión se me presente algún día, si es que vivimos, y si no, diré lo que los Bisayas: Dios ang magbayad!»

(La ocasión se le presentó para el 15 de Enero siguiente, que eran los días del P. Pastells. El 9 del mismo mes escribíale Rizal:)

«Suplícole acepte un regalito que le remito por conducto de los Padres. Aquí no tengo nada, ni hay almacenes de objetos artísticos; sin embargo, tanto, tanto le debo, que, aunque mal, he decidido darle una pequeña muestra de mi gratitud. Es un San Pablo en oración[2]. Si á V. R. le agrada, puede mandarlo cocer por uno que entienda de cerámica, y yo se lo agradecería; pues así podría acordarse de mí en sus oraciones.»

Pero antes de continuar extractando las cartas de Rizal al Padre Pastells, conviene dar á conocer la primera que, con el carácter confidencial que es de suponer, dirigió de su puño y letra al general Despujol D. Ricardo Carnicero; dice así[3]:


  1. Nótese con qué delicada urbanidad habla Rizal, no obstante que públicamente se había declarado librepensador y que no ocultaba su simpatía por el protestantismo. Pero es que Rizal no echaba en saco roto, primero, que se dirigía á un hombre culto, razonable y cortés, y segundo, que este hombre sabía guardarle cierto orden de consideraciones, las mismas que no halló nunca en los frailes.
  2. La primera de las varias esculturas que ejecutó en Dapitan. De ella se ha publicado una reproducción fotograbada en el diario Mulig̃ Pagsilag̃, de Manila, número del 29 Diciembre 1903, del que poseo ejemplar. San Pablo está casi desnudo, tendido, el tronco apoyado sobre dos grandes pedruscos, de uno de los cuales, el superior, arranca una cruz, que el Santo tiene estrechamente cogida con ambas manos. El gesto es ascético y la figura tiene en conjunto un cierto aire riberesco.
  3. A la bondad del no há mucho fallecido general Blanco débese la publicación de este y otros documentos del mayor interés histórico. Con su carta de 28 Noviembre 1905, el General me mandó un precioso legajo; apresuréme á tomar apuntes, y habiéndole yo insinuado que tales papeles debieran ir á parar al Archivo Nacional, respondióme el ilustre caudillo en carta autógrafa, que conservo, fechada en Madrid, 14 Enero 1906:
    …«yo quisiera conservar mientras viva los [papeles] que poseo y pueda poseer, pero V. podrá sacar copia de todos los que quiera, devolviéndome los originales, tomándose para este trabajo de copia el tiempo que necesite, y autorizándole también para citarlos públicamente como míos, si le conviene. — Y termino esta ya larga misiva felicitando á V. por su propósito de imprimir un libro, que aunque ya á destiempo, puede servir de enseñanza y escarmiento á los que no saben ó no quieren convencerse de que no es por el castigo y por la violencia como se gobiernan los pueblos en el siglo XX: con el Canal de Suez llegaron á Filipinas auras de libertad y de progreso que en vano quisimos contener, en lugar de encauzarlas y dirigirlas; y la marmita reventó, naturalmente, por una ley física imposible de contrarrestar. — Perdóneme estas filosofías y sabe puede mandar á su atento amigo, afmo. s. s. q. b. s. m., —Ramón Blanco