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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

El 10 de Diciembre, es decir, la víspera del día en que el señor Domínguez consideraba convenientemente probado el delito de Rizal, éste, motu proprio, había dirigido al Juez la siguiente exposición:

«Señor Juez instructor: Don José Rizal Mercado y Alonso, de treinta y cinco años de edad, preso en la Real Fuerza de Santiago por procedimiento que se me sigue, á V. S. respetuosamente expone:

»Que habiendo tenido ocasión de saber que su nombre se usaba por algunos individuos como grito de guerra, y habiendo tenido motivos para creer después que aún siguen algunos engañados, ó en esta creencia tal vez, promoviendo disturbios; como quiera que desde un principio el que suscribe ha reprobado semejantes ideas y no quiere que se abuse de su nombre, suplica á V. S. se sirva manifestarle, si en el estado en que se encuentra le sería permitido manifestar de una manera ó de otra que condena semejantes medios criminales, y que nunca ha permitido que se usase de su nombre. Este paso sólo tiene por objeto el desengañar á algunos desgraciados, y acaso salvarlos, y el que suscribe no desea en ninguna manera que influya en la causa que se le sigue. —Dios guarde á V. S.», etc.

Elevada esta instancia al Capitán general, éste decretó el mismo día 10 que pasase á dictamen del Auditor general; el cual dijo:

«Excmo. Sr.: —Hallándose en plenario la causa que por rebelión se sigue contra D. José Rizal Mercado, y alzada la incomunicación que éste sufrió en los primeros días de dicho procedimiento, ningún obstáculo existe para que el mencionado Rizal pueda dirigirse á sus adeptos[1] recomendándoles la paz, siempre que las recomendaciones verbales ó escritas que haga sean conocidas en el acto de hacerse ó entregarse para su publicación por el Jefe del establecimiento en que esté preso, ó por funcionario que lo represente.

»La presencia en la prisión de las personas que visiten al recurrente, se ajustará á las prescripciones ú órdenes que regulen tales visitas. —V. E. puede acordarlo así, etc. —Manila, 11 de Diciembre de 1896. —Excmo. Sr.: —Nicolás de la Peña


  1. Los verdaderos adeptos de Rizal eran los enemigos de la Revolución. Si está probado, hasta la saciedad, que Rizal la condenaba, mal podían ser adeptos suyos los que se habían lanzado al campo en actitud rebelde. —Como el prestigio de Rizal era tanto, buen cuidado tuvieron los principales hombres del Katipunan de afirmar que Rizal santificaba la Revolución. ¿Y qué culpa tenía Rizal de esas mentiras? La que tuvo de que en el local de las juntas katipunescas figurase su retrato. —Es como si se quisiera fusilar á Tolstoi porque entre los revolucionarios rusos se cuenten por millares los que le hayan leído, y veneren el retrato del escritor insigne. El caso es idéntico, puesto que Rizal no pasó de teorizante, con la particularidad de que desde 1892 á 1896 ni siquiera fué teorizante, sino pasivo, y á lo último un antirrevolucionario tenaz.