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W. E. RETANA

los que considera [y así los consideran muchos españoles] como mártires, lanzando de paso amenazas para la Nación, que en uso de su derecho no podían consentir que quedaran impunes atentados contra su legítima soberanía[1].

»El año 1892, Rizal se presenta al Gobernador general y haciendo protestas de mentido arrepentimiento y amor á España, consigue de aquella autoridad el indulto de su padre y tres hermanas que estaban [¿por qué?] deportados; y para que se comprenda la lealtad con que este individuo procede en todos sus actos, al serle registrado el equipaje por los vistas de la Aduana, se le encuentran gran número de documentos y proclamas separatistas[2], y á los tres días, faltando á la palabra de honor solemnemente empeñada de no conspirar más [!], convoca una reunión magna en la que se echaron los primeros jalones del actual movimiento insurreccional, por suponer, como así sucedió, que no podría permanecer mucho tiempo en esta capital (fué deportado á Dapitan el 7 de Julio de dicho año) y desear [?] que su forzada ausencia no retrasase, ni menos malograse [?], la marcha de los trabajos filibusteros.

»Este es el hombre que vais á juzgar, retratado perfectamente por sus actos, que ponen de manifiesto el odio grande que siempre ha sentido contra España[3]. Ahora me propongo entrar á examinar el nacimiento y desarrollo de la actual insurrección, y podrá ver el Consejo que el nombre de Rizal está siempre unido á los trabajos que le han dado vida.

»Es un hecho probado, y sobre el cual no cabe la menor discusión, que las logias masónicas han desarrollado en estas islas, primero íieas contrarias á la religión; segundo, tendencias contra la dominación española, pretendiendo convertir poco á poco el carácter del indio, siempre tan leal, tan fiel, tan respetuoso [y tan servil] con el penin-


  1. ¡Estupendo! El gran delito de aquellos tres sacerdotes consistió en que no eran partidarios de que los frailes detentaran las mejores parroquias de Filipinas, que les producian el oro á manos llenas.
  2. Sólo se hallaron algunas hojas volantes contra los frailes (no separatistas, sino contra los abusos de los frailes), y éstas dentro de un lío del equipaje de la hermana de Rizal. ¡Y tal hallazgo, sobre el que queda dicho lo suficiente, valióle la deportación! —V. págs. 258-262.
  3. El Fiscal desconocía por completo la psicología de Rizal, sus antecedentes, su vida y sus escritos. Nada dice de lo que influyó en su ánimo el problema político de Calamba; omite las inicuas vejaciones que sufrieron sus padres hermanos, que tanto exasperaron al Doctor… En cambio, no alude á la ejemplarísima conducta observada por el procesado durante los cuatro años de su deportación. Eso del eterno odio contra España, ¿cómo se compagina con la solicitud de ir á Cuba á servir en el Ejército español? ¿Cómo se compagina con lo que de él dicen los Sres. Taviel de Andrade (D. José), Carnicero, Sitges, Utor, etc.?