rancherías. Ni habría levantado mi pequeño hospital, ni comprado terrenos, ni llamado á mi familia á que viviese conmigo[1].
»Quinta. Alguno ha dicho que yo era el Jefe. ¿Qué clase de jefe es ese con quien no se cuenta para los proyectos y sólo se le avisa para que se escape? ¿Qué jefe es ese, que cuando dice no, ellos dicen sí? —Respecto á la «Liga»:
»Sexta. Es verdad que yo redacté sus Estatutos, cuyos fines eran fomentar el comercio, la industria, las artes, etc., por medio de la unión; así lo han confirmado testigos que no me son afectos; antes al contrario[2].
»Séptima. La Liga no llegó á vivir ni á establecerse [pujante], pues después de la primera reunión no se volvió á tratar de ella, muriendo, porque fui deportado pocos días después[3].
»Octava. Si se reorganizó por otras personas nueve meses más tarde, como ahora dicen, lo ignoraba[4].
»Novena. La Liga no era una Sociedad con fines nocivos, y lo prueba el hecho de que la han tenido que dejar, haciendo el Katipunan, que era lo que tal vez respondía á sus fines. Por poco que la Liga hubiera podido servir para la rebelión, no la habrían dejado, sino que la habrían modificado solamente; pues si, como alguno pretende, soy el Jefe, por consideración á mí, y por el prestigio de mi nombre, habrían conservado le denominación de Liga. El haberla desechado, nombre y todo, creando el Katipunan, prueba claramente que ni se contaba conmigo, ni la Liga servía para sus fines, pues no se hace otra Sociedad cuando ya se tiene otra constituida[5].
- ↑ También este argumento impresionó algo al auditorio.
- ↑ Los filipinos, en general, admiraban á Rizal. Pero no debe negarse que, en lo que pudiéramos llamar política militante, no todos le hubieran querido para Jefe. Había una fracción que prefería á Marcelo del Pilar; y los que seguían á éste, cuyo representante en Manila era su cuñado Deodato Arellano, procuraron, al verse copados, complicar á Rizal sin consideración ninguna. Rizal les pagó no declarando nada grave contra ninguno de ellos. Por algo hemos dicho en otro pasaje que Rizal fué victima de los españoles y de los filipinos: aquéllos le condenaron, es verdad; pero éstos contribuyeron poderosamente á la condena. Si unos por nobleza y otros por abnegación, no le hubieran encartado, Rizal se habría salvado de una sentencia de muerte.
- ↑ Y casi en seguida fueron también deportados Ambrosio Salvador y otros amigos conspicuos de Rizal. Y, como consecuencia, la Liga de Rizal murió virtualmente en Septiembre de 1892.
- ↑ No era fácil que lo ignorase. Pero, en último término, la nueva Liga, ¿era acaso la de Rizal? Seria un retoño. Nunca la auténtica.
- ↑ El razonamiento es verdaderamente sólido. Pero el Fiscal, amalgamando la Liga con el Katipunan, discurrió de otra manera: y de deducción en deducción, acaba por considerar á Rizal el alma máter del movimiento revolucionario.