Página:Vida y escritos del Dr. José Rizal, por Wenceslao Retana.pdf/77

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peor que casi todos los profesores enseñasen poco y mal, sino las humillaciones á que aquellos desconsiderados frailes sometían á la mayor parte de los discípulos indígenas. Lleno de asco, es de suponer, decidió embarcarse para España, á continuar en la Universidad de Madrid los estudios que en la Pontificia de Manila había comenzado; y partióse para Barcelona el día 3 de Mayo de 1882; es decir, cuando no había cumplido todavía los veintiún años[1].

Antes de verle en España, convendrá que se consigne un suceso harto curioso, cuya fecha no podemos precisar. Hé aquí los términos en que fué referido por Rizal[2]:

«Mi padre era amigo de la corporación de dominicos y tenía mucha confianza con el hermano lego procurador de la hacienda de Calamba, hasta el extremo de que cuando éste tenía visitas de cumplido, que eran en la casa-hacienda muy frecuentes, el hermano lego pedía á mi padre cuanto necesitaba, y rara era la vez que, entre otras cosas, no le pedía algún pavo, que mi padre con gusto le regalaba; pues aficionado á la cría de estas aves, tenía constantemente el corral de casa lleno. Pero á consecuencia de cierta enfermedad epidémica, se murieron casi todos, salvándose tan sólo unas parejas que mi padre dedicó exclusivamente á la cría.

»En esta situación, un día mandó el lego por el consabido pavo, y claro está que hubo de decirle mi padre al mandadero que no tenía pavos que poder regalar al Administrador, porque la mayor parte se habían muerto. Con esta contestación, el hermano lego se puso furioso; y concluyó diciendo: «¡Ya me las pagarás!» Y, en efecto, á los pocos días recibió mi padre una papeleta suscrita por el Administrador, el hermano aludido, en la que le decía que había tenido por conveniente aumentar el canon de las fincas, que mi padre tenía en arriendo, en una tercera parte más de lo que había venido pagando. Mi padre comprendió en seguida el motivo de tal determinación, que no era otro que la negativa del último pavo pedido, confirmándolo el hecho de que á ningún otro colono de la hacienda se le había pasado otra papeleta igual. Haciendo caso omiso del referido aumento, el día


  1. Dato que debo á la bondad de D. Paciano Rizal. — Por cierto que, según dicho señor, el pasaporte de Rizal, que conserva la familia, extendióse á nombre de José Mercado.
  2. Á D. Ricardo Carnicero, comandante político-militar de Dapitan. Rizal vivió casi un año en la misma casa que el Sr. Carnicero; juntos comían y pasaban casi todas las horas del día. Llegaron á intimar. Entonces Rizal fuéle refiriendo algunas cosas de su vida. — El Sr. Carnicero, atento á mis deseos, me ha favorecido con unas cuantas cuartillas en las que me pinta el {{may|Rizal} íntimo que conoció en Mindanao. El relato arriba transcrito tómase de esas cuartillas.