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SEGUNDA ÉPOCA




(1882-1887)


I


Cuando Rizal llegó á España (á principios de Junio de 1882), apenas eran conocidos aquí los filipinos; pues aun el mismo Paterno, el cantor de las Sampaguitas, que le había precedido, no adquirió la nombradía que tuvo hasta pasado algún tiempo, y adquirióla, más que por sus producciones literarias, por aquellas sus tertulias, á las que consiguió que concurrieran personas de calidad (Castelar, Balaguer, Núñez de Arce, etc.), con las que se confundieron gorrones profesionales y sablistas de ocasión. Paterno alardeaba de espléndido; algunos le tomaron por un verdadero potentado, y es fama que entre sus numerosos contertulios no faltó desaprensivo que en los bolsillos del frac se llevase las cucharillas de oro con que Paterno servía á sus convidados. Bien pudo decir el hombre; «Si buenos bombos me dan, mis cucharillas me cuestan». Poco á poco, la juventud filipina fué aumentando y esparciéndose en Europa: y en París el pintor Luna, á quien dió su Spoliarium cierta fama; en Barcelona el orador y periodista demagogo Graciano López Jaena (protegido por el republicano Sol y Ortega), y en Madrid el mencionado Paterno y Marcelo del Pilar (grande amigo de Morayta), lograron adquirir algún renombre. De quien nadie sapo nada, salvos sus paisanos y condiscípulos, fué del austero Rizal, enemigo de exhibiciones, no ya por la modestia en que forzosamente vivía, sino por su manera de ser, propenso al retraimiento, á la meditación, al estudio.

Al desembarcar en Barcelona, procedente de su país, venia ya perfectamente definido: Rizal era un nacionalista, y este sentimiento fué infiltrándose tanto más en su corazón cuanto mayores eran los dolorosos efectos que el mal de la nostalgia le causara. Quizá no se había repuesto de las molestias de tan largo viaje, cuando pergeña su primer articulo, en Barcelona mismo, bajo el epígrafe El amor patrio. Barcelona debió de aplanarle; la gran urbe catalana, donde se