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W. E. RETANA

respira libremente todo linaje de ideas, debió de producirle tristeza, melancolía, al considerar sobre todo que en ella el Pensamiento no tenía inquisidores, mientras que en Manila sí. En prosa nostálgica, con dejos de filosófica, casi siempre apacible, Rizal, reconociendo que el tema estaba ya trilladísimo, lo acomete, sin embargo, ganoso de contribuir con su «óbolo, pobre, pero entusiasta»[1]. «A la manera (dice) de los antiguos hebreos, que ofrecían en el templo las primicias de su amor, nosotros, en tierra extranjera, dedicaremos los primeros acentos á nuestro país, envuelto entre las nubes y las brumas de la mañana, siempre bello y poético, pero cada vez más idolatrado á medida que de él se ausenta y aleja». Para Rizal; España era «tierra extranjera»; para él no había más patria que Filipinas. No tenía el concepto de «patria chica» y «patria grande», tan generalizado en estos últimos años: es la chica, el pueblo, la provincia, la región á lo sumo; y es la grande, la nación completa, con todos los territorios que la integran, por remotos que se hallen. La patria grande, para un filipino verdaderamente adicto á España, no debía ser otra que la España peninsular con sus provincias y posesiones ultramarinas, y la chica, la región. Pero Rizal no tenía patria «chica» ni «grande», sino Patria; que para él no era Calamba, ni la región tagala, ni Luzón siquiera, sino el conjunto de islas que constituyen el Archipiélago magallánico. Más aún: para él España no era la «madre-patria»; esto, si acaso, para el criollo, para el descendiente de españoles; pero no para quien la sangre de sus venas era oriental exclusivamente. España era á lo sumo su «segunda patria», si ha de aplicársele las teorías de Ibarra, el protagonista


  1. Este articulo lo fechó en «Barcelona, Junio de 1882», y está firmado con et pseudónimo de Laón Laang; destinólo al Diariong Tagálog, de Manila, donde se publicó en el número del 20 de Agosto de dicho año. — El Diariong Tagálog fué el primer diario bilingüe de la Prensa filipina. Lo creó, puede decirse, la fecunda iniciativa de Marcelo H. del Pilar, gran tagalista y político muy calificado, á quien no faltó el apoyo material de algunos compatriotas suyos. Como la tendencia del papel era esencialmente reformista, los filipinos del Diariong tuvieron buen cuidado de poner al frente, á guisa de director-pantalla, al notable periodista peninsular D. Francisco Calvo Muñoz, que por entonces ocupaba en Manila un alto cargo en Hacienda. La publicación mencionada, por su tendencia y espíritu, duró unos meses tan sólo. — El amor patrio reprodújose en La Solidaridad, núm. 42 (Madrid, 31 de Octubre de 1890). — La Solidaridad, quincenario democrático, órgano en la Península de los filipinos avanzados, comenzó á publicarse en Barcelona el 15 de Febrero de 1889; pero se trasladó á Madrid en Noviembre del mismo año, y en Madrid continuó viviendo basta el 15 de Noviembre de 1895, en que dió su último número. En España circuló muy poco, y en Filipinas secuestraban casi todos los ejemplares las autoridades: de suerte que las colecciones completas de este quincenario deben reputarse raras.