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Acta de Pio XI

y cuáles son dañosas o realmente malas. Esto exige la publicación regular de listas de las películas clasificadas que, como hemos dicho, deberán llegar fácilmente al conocimiento de todos.

Sería muy de desear que se pudiese establecer una lista única para todo el mundo, porque para todos rige una misma ley moral.

Sin embargo, tratándose de representaciones que llegan a todas las clases de la sociedad, grandes y pequeños, doctos e ignorantes, el juicio sobre una película no puede ser siempre el mismo en todos los casos y bajo todos los aspectos. Además, las circunstancias, los usos y las formas varían de una nación a otra, por lo que no parece una cosa práctica establecer una sola lista para el mundo entero. Sin embargo, si en todas las naciones se tiene una clasificación de las películas en la forma que hemos indicado más arriba, ésta podrá ofrecer en líneas generales la norma que se busca.

Por esto será necesario que en todos los países los obispos establezcan una oficina permanente nacional de revisión, que pueda adelantar las buenas películas, clasificar las demás y hacer llegar este juicio a los sacerdotes y a los fieles. Sería muy oportuno confiar este encargo a los organismos centrales de la Acción Católica, que dependen de los excelentísimos obispos. En todo caso, sin embargo, es necesario, hacer notar claramente que para ser eficaz y orgánica la calsificación debe ser racional y hecha por un único centro responsable.

Aunque, cuando gravísimas razones locales verdaderamente lo exigiesen, los Ordinarios, en las propias diócesis, por medio de sus comisiones diocesanas, podrán usar criterios más severos que los exigidos para ser admitidas en la lista general que debe imponer la norma para toda la nación.