Parte oficial del capitán de corbeta Carlos Condell, comandante de la Covadonga sobre el combate naval de Punta Gruesa

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Parte oficial del Comandante de la Covadonga Carlos Condell

Antofagasta Mayo 27 de 1879

Tengo la honra de dar cuenta a US. del Combate que ha tenido lugar entre este buque y la Esmeralda, que quedaron sosteniendo el bloqueo de Iquique, después de la partida del buque almirante y el resto de la escuadra, con los blindados peruanos Huáscar e Independencia. Eran las 6 y 1/2 de la mañana del 21, cuando encantándonos de guardia fuera del puerto, avistamos al norte dos humos, los que poco después reconocimos ser los dos blindados antedichos. Inmediatamente lo comunicamos a la Esmeralda quien nos puso señal de "Seguir sus aguas" poniéndonos acto contiguo en son de combate y saliendo afuera para batirnos.

Las ocho de la mañana sonaban cuando una bala del blindado Huáscar dio en medio de nuestros dos buques que se encontraban al habla. En seguida, poniendo la proa el Blindado Huáscar a la Esmeralda, y la Independencia al Covadonga empezó el Combate, rompiendo nosotros los fuegos. Vista la superioridad del enemigo, así como también la treintena de botes que se destacaban de la playa en auxilio de nuestros enemigos, y comprendiendo que por más esfuerzo que hiciéramos dentro del puerto nos era difícil, sino imposible, vencer o escapar a un enemigo diez veces más poderoso que nosotros, resolví poner proa al sur acercándome lo mas posible a tierra. Mientras tanto, la Esmeralda quedaba batiéndose dentro del puerto.

Durante cuatro horas consecutivas soportamos los fuegos que el Blindado Independencia nos hacía sostenidamente, habiendo recibido varios que nos atravesaron de banda a banda el palo de trinquete y nos rompieron las jarcias del palo mayor y palo trinquete y el esquife con sus pesantes, que se fue al agua. Tres veces se nos acercó enfilándonos de popa con su espolón para echarnos a pique.

En las dos primeras no se atrevió, sea por temor de no encontrar agua para su calado o por el nutrido fuego de cañón y de fusil que le hacíamos, contestándonos ellos lo mismo y a demás con ametralladoras desde las cofas. La tercera tentativa parece que era la decisiva y a 250 metros de nuestra popa recibió algunos balazos con cañones de a 70, que lo obligaron a gobernar a tierra y vararse en un bajo que nosotros pasamos rozando. Gobernamos a ponernos por la popa donde no podía hacernos fuego. Al pasar por el frente le metimos dos balas de cañón de a 70 que ellos nos contestaron con tres tiros sin tocarnos. Saludamos con un ¡Hurrah! la arriada del estandarte y pabellón peruanos que dicho blindado hacía tremolar en sus topes, viendo reemplazadas estas insignias por la bandera de parlamento.

Puseme al habla con el Comandante rendido, quien de viva voz, me comunicó lo que ya había indicado el arrío de su pabellón, pidiéndome al mismo tiempo un bote a su bordo, lo que no pude verificar, no obstante mis deseos porque el Blindado Huáscar, que había quedado en el puerto se nos aproximaba. Inter tanto, la tripulación de la Independencia abandonaba el buque y se refugiaba en tierra, parte en bote y arte a nado. Trabajando nuestra maquina con solo cinco libras de presión, y el buque haciendo mucha agua a causa de los balazos que recibió, creí aventurado asar a bordo del buque rendido. Proseguí, pues, mi retirada al sur, llevando la convicción de que la Independencia no saldría de allí.

El Huáscar, que como he dicho, quedó batiendo dentro del puerto a la Esmeralda, se nos acercaba a toda fuerza de máquina.

Tomé todas mis precauciones para empeñar un segundo combate, que por lo desventajoso de nuestra situación parecía imposible evitar, pues carecíamos de balas sólidas y la gente estaba rendida después de cinco o seis horas de sostenido combate con ambos Buques enemigos. Momentos después y cuando dicho blindado estaba como a seis millas de nuestra popa y por la cuadra del vencido, lo vi dirigir su proa en auxilio de la Independencia. Este retraso en su marcha permitió que avanzáramos un tanto más, lo necesario para distinguirlo nuevamente, minutos después y como a diez millas , siempre en nuestra persecución. Con la caída del día y la oscuridad de la noche, perdimos de vista al enemigo; y tratando de aprovechar la brisa que soplaba en esos momentos, hice rumbo al oeste. Proseguí navegando con ese rumbo hasta las doce de la noche, hora en que, creyendo que el Huáscar hubiera cesado en su propósito, me dirigí hacia tierra gobernando convenientemente. Recalamos a Tocopilla donde el Buque recibió, con auxilios de carpinteros enviados de tierra, las reparaciones más urgentes, tapando los balazos a flor de agua, y proseguí al sur en la mañana del 24 tocando en Cobija a las dos y media P.M.. donde recibimos al vapor del norte que condujo al contador a Antofagasta y a los heridos, con la comisión de verse con el General en Jefe para pedirle un vapor que fuera a encontrarnos, pues el buque no andaba más de dos millas y seguía haciendo mucha agua. A veinte millas de Antofagasta recibimos el remolque del Vapor Rimac, que nos condujo a este puerto, donde fondeamos a las 3 A.M. del 26. Supongo que usted tendría desde ayer datos de la acción.

Terminaré este parte lamentando la pérdida de nuestro compañero el doctor don Pedro R. 2º Videla, que dejó de existir horas después del combate a consecuencia de una bala que le llevó los dos pies; y en el equipaje la muerte del Grumete Blas 2º Téllez y del Mozo Felipe Ojeda, hubo cinco heridos, pero no graves, entre los cuales se cuenta el contador del buque, que recibió dos balazos. Hago una especial recomendación del Teniente 1º don Manuel J. Orella, cuyo valor, serenidad en su puesto, y resolución a bordo han sido ejemplares.

A la vez recomiendo particularmente el buen desempeño del Ingeniero 2º don Emilio Cuevas bajo cuya dirección está la máquina. Los oficiales tanto de Guerra como mayores, se condujeron valientemente y cada cual estuvo siempre a la altura de su deber y de su honor, como oficial y como chileno.

Respecto a la tripulación supo cumplir con su deber; y hubo momentos tales de entusiasmo, que cada cual manifestó que estaba resuelto a morir, obedeciendo al generoso sentimiento patriótico de no entregar el buque.

Por el próximo vapor comunicaré más extensamente detalles sobre el Combate.

Al querer dar término a la presente el Huáscar que entra del sur a las 2 1/2 P.M. , empeña combate con nuestro buque y cañones de tierra, y en este momento (las 6 h. 45 m:) cesa el fuego pues el Huáscar se hace afuera.

A bordo no ocurre novedad y como siempre la oficialidad y tripulación corresponden a la confianza de la Patria. Dios guarde a US.

Carlos A. Condell

Al señor Comandante General de Marina