Por tierras africanas
¡Buen tema para llenar columnas y columnas en los periódicos: oportuno momento para demostrar que somos los de siempre, impresionables, volubles, incompatibles con ese justo medio donde suele hallarse el secreto de la verdad! Todo el mundo lo recuerda, fué ayer, como quien dice... Fruncido el entrecejo, retadora la mirada, con fachendoso empaque, enronquecimos, coreando la Marcha de Cádiz y pidiendo ¡guerra! Imperio fué aquel de la patriotería más ridícula que enloqueció á las gentes.
Como cosa hecha, se hablaba de destruir escuadras, de pulverizar Ejércitos, de barrer ciudades y hasta de alterar la topografía del continente americano. Era preciso vencer a unos tocineros gallinas que carecían de barcos y de tropas. Invadiríamos su territorio, bombardearíamos sus inmensas ciudades, y una vez sitiada y tomada la capital, vendría la paz y la apoteosis del león español, domeñando más allá de los mares á la gran República norteamericana, con su extensión mayor que Europa y sus setenta millones de habitantes... ¡Sueño de locos fué aquél, y qué triste, qué inolvidable despertar!.
Las tornas se han vuelto, ya dimos el salto de la quimera al disparate. Oid á los populacheros de hoy, á esa Conjunción de levanticas y de desorientados, que á toda hora pretende coaccionar al Poder público con sus amenazas y con su labor anarquizante. «¡No queremos guerra, nada de reivindicaciones; los de abajo sabrán impedir todo asomo bélico, iremos á la revolución antes que al Rif!» ¿Que un pacto solemne nos impone el cumplimiento de lo pactado? Pues se prescinde de él. ¿Que unas kábilas independientes de toda autoridades, dentro de un territorio vecino al nuestro hostilizan nuestras tropas y asesinan á nuestros soldados? Pues ¡chitón! y en casita metiditos. Esto es vergonzoso, por no calificarlo de otra manera. ¿Ignoran acaso estos voceadores republicano-pacifistas que los pueblos, como los hombres, tienen una dignidad y han de guardarla y han de defenderla?
No se trata de conquistas imposibles, porque ni á España le convienen ni Europa habría de tolerarlo; prueba de ello, que Francia ha tenido que detener sus pasos en el Mogreb y refrenar sus ímpetus belicosos ante el veto de las potencias. ¿Nos iban á dejar á nosotros que penetrásemos y conquistásemos 100 kilómetros de territorio marroquí? Eso, que sería una locura, no puede, además, ser una realidad.
Lo que Aldave está haciendo es cosa bien distinta, y esos señores de la revolución para andar por casa... y por los Ministerios, de sobra lo saben, como sabemos ya todos que esos aspavientos femeniles se fundan en una posse de conveniencia y constituyen una habilidad política.
Ni los bélicos delirios de ayer, ni las ratoniles cobardías de hoy. Precisamente El Globo ha combatido cien veces todo cuanto pudiera parecer aventura, anhelo de expansiones territoriales, sacrificio inútil de sangre y de dinero.
Desde estas columnas pedimos paz, pedimos á los Gobiernos una labor intensamente reconstitutiva, como lo requiere nuestra Hacienda y nuestro atraso en todos los órdenes; pero reconociendo también que España no puede dar al olvido en ningún momento, ni su propio decoro, ni sus deberes como nación.