Por un Estado de Derecho frente al actual proceso de anticonstitucionalidad, 26 de junio de 2009. Parte I

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Sergio Portugal Joffre

Es necesario presentar una posición política, mediante estos trabajos ideológicos, en función de la doctrina del nacionalismo boliviano. Actividades que tienen la finalidad de proseguir una nueva ruta nacionalista para emprender la defensa de la integridad y soberanía nacionales, en este tiempo, en que las fuerzas externas e internas enemigas de Bolivia, procuran desintegrar a nuestra Nación.

PROCESOS CONSTITUYENTE Y AUTONÓMICO INCONSTITUCIONALES.

El reciente proceso político, iniciado en el año 2005, ha conllevado la realización de una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución Política del Estado y llevar a cabo las autonomías departamentales. Estas dos medidas fueron acompañadas por la aplicación de actos referendarios, con los cuales los partidos políticos del oficialismo y de la oposición, con todo su despliegue de poder, han impuesto sobre la Nación boliviana; basándose en actos ilegales, corrupción, crímenes y diversas formas de violaciones a los derechos humanos. Estos actos anticonstitucionales y delictivos vician al mencionado proceso autonómico y constituyente, como ilegales. Estos acontecimientos, suscitados hasta el presente, requieren ser explicados ante la opinión pública nacional e internacional; dentro de un análisis que nos presente un balance general de los perniciosos efectos políticos y legales, que ocasionaron en nuestra sociedad, para los plazos inmediatos y venideros. Por esta razón, dado que ello requiere del empleo de las fundamentaciones, en relación con los artículos legales pertinentes, será necesario que se desarrolle el análisis, en las siguientes presentaciones sobre este tema. Para tal fin, recurriremos a la revisión de las normas legales contenidas en la Constitución Política del Estado promulgada el año 2004, las leyes de convocatoria a los actos para la Constituyente y el referéndum, y las que correspondan; para demostrar cómo todo el proceso está viciado de ilegalidad, y atenta, en consecuencia, contra la constitucionalidad y la seguridad de la Nación.

EL INICIO DEL PROCESO ANTICONSTITUCIONAL.

No se debe olvidar que los gobernantes como Banzer, Sánchez de Lozada o Mesa Gisbert y sus partidos políticos, antes en vigencia, entre los cuales encontramos a MNR, ADN, NFR, MIR, MAS, etc.; criticaron públicamente estas propuestas sobre la Constituyente y el referéndum, declarando muy convencidos, que estos eran inviables para la democracia boliviana. Sin embargo, fueron estos mismos partidos quienes, mediante el Congreso Nacional y el Gobierno de Carlos Mesa, tuvieron que incluir las figuras jurídicas de la Asamblea Constituyente y el referéndum, en la reforma de la Constitución Política del Estado en el año 2004; que fue una salida política a la que se vieron obligados, como resultado de la situación caótica social, en que su incapacidad gubernativa colocó a nuestro país, ya desde los sucesos trágicos con las masacres de febrero y octubre de 2003. Como la inclusión de estas dos figuras jurídicas fue un resultado de las conveniencias de la clase partidista; solamente las convirtieron en dos instrumentos para emprender con ellos la destrucción de la unidad nacional; mediante actos dolosos, con los cuales realizaron el proceso de la Constituyente y de las autonomías departamentales, violando toda legalidad; para satisfacer nada más que los intereses de la neo oligarquía conservadora, así como los de la nueva corrupción masista en el gobierno y de los poderes extranjeros que, entre bambalinas, instigan a los dos bandos; con el fin de lograr el objetivo imperial de descuartizar nuestro territorio, para apoderarse de sus recursos naturales, mediante la corrupción moral, la lucha de clases, el divisionismo racista y regionalista. Estos poderes están dirigidos por el imperialismo norteamericano y europeo, de una parte; así como por la Cuba de los hermanos Castro y Venezuela, en el otro bando; aunque las fuerzas euronorteamericanas son la mano común que participa en la instigación del divisionismo nacional, para beneficiarse del actual estado de anarquía política y jurídica.

De ello, resulta que este proceso anticonstitucional también tuvo el efecto de distraer a la opinión pública, para evitar que su atención se dirigiera hacia los auténticos problemas nacionales; porque ni los opositores neoliberales que estuvieron por largas décadas en el poder, ni los oficialistas del masismo, cuentan siquiera, con un mínimo plan económico y social que pudieran ofrecer al pueblo, para abordar las soluciones de fondo; ya que su dependencia de planes y dinero proviene del Departamento de Estado norteamericano, o del régimen de Hugo Chávez de Venezuela y sus recursos económicos. Porque, en definitiva, ninguna acción plebiscitaria, por muy bien hecha que fuere, podría representar la panacea a la solución del hambre, la injusticia social y el desempleo, por ejemplo; ni al de la debacle económica ocasionada por el neoliberalismo y que hoy continúa el régimen del MAS. Entre otros problemas reales, tenemos también el de abordar la productividad e industrialización de nuestras materias primas estratégicas, como el litio y el hierro, o el de nuestros ingentes recursos alimenticios y energéticos. Así, mientras otros países ya se encuentran en el siglo XXI asumiendo la adopción de nuevas tecnologías con perspectivas futuristas, en Bolivia aún se aferran a una retrógrada política pueblerina; con los izquierdistas oficiales anclados en un discurso indigenista, para adormecer a los mismos campesinos en la miseria de sus campos; tal como los derechistas anquilosados en mantener su señorío aldeano en sus feudos autónomos; encerrados ambos en una mentalidad esmirriada, que no ve más perspectiva que la de depender del favor de cualquier señor foráneo y en el ansia de llenar las arcas personales a costa de mayor corrupción. Por ello, no recurrieron a las leyes ni a las armas de la razón; sino a las masacres, como las de Sucre y Pando, y los asaltos a las propiedades del Estado en Santa Cruz y Tarija, perpetradas respectivamente, por el régimen casi comunista de Evo Morales y la oposición cívica disgregacionista. Ni siquiera dos inocentes animales se libraron de las tendencias sanguinarias de los “ponchos rojos” oficialistas en Achacachi, al ser ahorcados frente a las cámaras de la prensa. En todo el país, la neo oligarquía y los nuevos amos del actual régimen, recurrieron al terrorismo, el matonismo, las violaciones a los derechos humanos, ataques a los periodistas, asesinatos, la siembra del caos social y la inseguridad para la vida de la población boliviana.

En torno a todo esto, es que se realizaron los referéndums autonómicos, revocatorios y constituyentes, que contaron con los avales de la Corte Nacional Electoral y las cortes departamentales de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija. Estos actos referendarios son sospechosos de fraude; porque en los registros del padrón electoral se descubrieron identidades múltiples, falsificaciones de carnets de identidad y de certificados de nacimiento. Parece que fueron actos plebiscitarios tan participativos, que hasta los fallecidos votaron tres o más veces. Estas irregularidades ya existen desde los actos electorales de las pasadas gestiones; de manera que, aún las anteriores elecciones nacionales y municipales, deberían ser sometidas a una investigación seria. No existió una debida fiscalización de los actos legales y de los registros de la Corte Nacional Electoral y las cortes departamentales, ni hubo depuración de las listas de votantes; sin embargo, pese a las denuncias de fraude, estos referéndums se efectuaron de todas maneras. Hasta los denunciantes que pertenecían a los grupos de poder regionales callaron; porque, al final de cuentas, sus denuncias de fraude contra el gobierno, ponían al descubierto que sus propias cortes departamentales cometían estas irregularidades; así como se silenciaron los acusadores de fraude desde el gobierno, que estaban contra los regionalistas, porque su propia Corte Nacional Electoral quedaba también en evidencia. A estos actos fraudulentos se añadieron los referéndums por los estatutos autonómicos locales, que aprobaron las cortes de los departamentos, que no tuvieron supervisión alguna de la Corte Nacional Electoral, como manda la ley, por haberse rebelado contra ella.

En suma, toda una cadena fraudulenta que afecta a la Corte Nacional Electoral y las cortes departamentales; que contó con la aprobación de la Comisión observadora de la OEA y el Centro “Carter” de Norteamérica, sin que criticaran en modo alguno las irregularidades que viciaron estos procesos.

En resumen, todos estos hechos hacen que, este proceso constituyente, la constitución masista y las autonomías neo oligárquicas sean:

Anticonstitucionales. Fraudulentos. Antinacionales. Divisionistas. Delincuenciales.

LA CONTINUIDAD DEL PROCESO DESTRUCTIVO NACIONAL.

Como consecuencia, estos actos ilegales han colocado al país en una situación de peligro, presentándose las dos siguientes alternativas, que son el verdadero propósito de fondo de la anarquía en que se nos colocó; 1. Riesgo de una desarticulación nacional por las autonomías departamentales e indígenas; 2. Peligro de instauración de un régimen de tipo comunista. Estos dos puntos los exponemos a continuación:

Primero, riesgo de una desarticulación nacional. Agravamiento del problema, por cuanto se observa que las autonomías indígenas y departamentales, ya consignadas, por ejemplo, en la nueva CPE del MAS; están sentando las primeras bases que nos conducirán progresivamente, hacia un divisionismo étnico en múltiples micro pseudonaciones y en feudos regionales neo oligárquicos, también convertidos en paisillos separatistas de corte aldeano. En este proyecto están participando las ONG’s extranjeras, que trabajan con los izquierdistas indigenistas en las ciudades, áreas rurales y zonas selváticas; pero, cuyas matrices de origen lo hacen, a la vez, con los empresarios y políticos de la derecha, instigando a los regionalismos locales en el país. Las oligarquías regionales del occidente y el oriente, forman parte de una neo oligarquía común, que las centraliza, desde los salones de las logias masónicas; que busca imponerse sobre el Estado nacional, cualquiera que sea el gobierno, en favor de la plutocracia globalista, de la cual es tributaria. Están imbuidas de un fuerte componente racista blanco, en sus concepciones hegemónicas. Con ello se busca, como finalidad, realizar un gran descuartizamiento nacional; dividiendo y subdividiendo a nuestro país, para entregar nuestros pedazos en manos de las transnacionales y los países vecinos. Todo esto, llevado a cabo internacionalmente, con la complicidad del actual Gobierno del MAS y las fuerzas de la derecha. Así se cumplirían las viejas amenazas, por parte de las oligarquías en los países que nos circundan, como Chile, Brasil y Argentina, de “polonizar” a Bolivia; las cuales, no han cambiado sus antiguas ambiciones geopolíticas sobre nuestro territorio, que siempre coincidieron con las intenciones de “balcanización” confesadas por el poder norteamericano; como cuando la Secretaria de Estado de los EE.UU., Condolezza Rice, durante el primer gobierno de George Bush, dijo que “Bolivia es un Estado no logrado”. Estos propósitos guardan una sospechosa concordancia con las imprecaciones públicas del Presidente venezolano Hugo Chávez, quien nos amenazó con la fórmula cheguevarista de “vietnamizar” a Bolivia; que, como se evidencia, forma parte de la geopolítica actual de Venezuela. Esto realizaría los planes imperialistas de llevar el “Nuevo Orden Mundial”, hacia una profundización de la centralización del poder mundial ejercido por las potencias internacionales y sus empresas multinacionales; a la vez que se lleva a cabo el plan de fraccionar interiormente a las sociedades nacionales, mediante la manipulación de las reformas de sus propias constituciones y actos referendarios, para someterlas con mayor facilidad, llevándolas hacia la adaptación a los proyectos de la mundialización capitalista. Bolivia está siendo utilizada como “conejillo de indias” para este fin; tal como ocurrió cuando los EE.UU. experimentaron en ella el modelo neoliberal en 1985, instaurado por el economista norteamericano del Fondo Monetario Internacional (FMI), Jeffrey Sachs; con la complicidad del moviadenismo, el mirismo y los partidos colaboracionistas criollos, como los extintos NFR, UCS, CONDEPA y los demás. Para justificar con falacias este desmembramiento nacional; es que la fundación norteamericana Carnegie “para la paz”, incluye a nuestra Nación en su lista internacional de los “estados fallidos”; que es en realidad, una lista de los estados a ser intervenidos por las fuerzas multinacionales del capitalismo; luego de suscitar los divisionismos internos en las naciones, a lo cual, los mismos imperialistas globales llaman “la atomización de las sociedades”. Esto, se está realizando progresivamente en nuestro planeta, al mismo tiempo de operar la centralización del poder mundial, con el fin de capturar los estados nacionales y su soberanía, para apoderarse de los recursos naturales de las naciones del mundo.

Las consignas autonomistas para cercenar porciones del territorio boliviano, ya fueron utilizadas en el pasado; cuando el Presidente peruano Agustín Gamarra instigó las rebeliones contra la presidencia del Mariscal Antonio José de Sucre; haciendo que sus agentes en Bolivia proclamaran la independencia del Departamento de La Paz, al grito de ¡viva el Perú!, pero, que fracasaron. Lo mismo sucedió cuando, antes de la fundación de nuestra República, en abril de 1825, los brasileros invadieron la región de Chiquitos reclamando su anexión, en complicidad con las autoridades españolas que aún quedaban en la región, que se habían comprometido con ello; mas, fueron expulsados por los pobladores y las tropas enviadas por el Mariscal Sucre. Así ocurrió también en 1899, cuando los colonos brasileros en el Acre boliviano, dirigidos primero por un agente español, Luis Gálvez, que era en realidad, un agente del gobierno de Brasil; declararon su autonomía regional e independencia, para pretextar la intervención militar brasilera, que culminó con la guerra del Acre, en que nos arrebataron el territorio de colonias del norte boliviano, ya para 1903. Los brasileros instigaron este acto separatista, aprovechando precisamente, la reciente guerra civil federalista, que dividió a la Nación boliviana. Hoy, en el siglo XXI, los mismos pretextos autonómicos están descaradamente confesados por los regionalistas neo oligárquicos; cuyos agentes de la traición son los nuevos Gálvez que han gritado ¡independencia! en las ciudades de Sucre, Tarija y en el oriente. Estos agentes, que ya antes actuaron desde los partidos de la derecha, son los mismos que han escrito libros contra la existencia de Bolivia; los cuales, no por casualidad, repiten las mismas consignas de sus patrones imperialistas, de que Bolivia no ha logrado constituirse como un Estado.

Tampoco por casualidad, Felipe Quispe, que actúa con una careta indigenista; declaró en uno de sus actos de agitación, hace pocos años, que, “voy a destruir a Bolivia”, invocando un Kollasuyo separatista; y, cuando sus cómplices anunciaron con el, la conformación de una grotesca republiquita en un pequeño pueblo, a la que llamaron “república de Achacachi”; imitando algo así como una franja de Gaza palestino-altiplánica. Ahora, son los mismos adherentes del partido de este gobierno, quienes están promoviendo a marchas forzadas, la autonomía departamental para La Paz y los demás departamentos del país, pese a que en ellos perdió la opción por las autonomías, en el reciente referéndum.

Segundo, peligro de instauración de una dictadura comunista. Como parte de lo anteriormente dicho, se están dando los primeros pasos para instaurar una tiranía de tipo castrocomunista en Bolivia, utilizando para ello, la propia constitución del MAS. Es muy característico de los grupos marxistas de izquierda en todo el mundo, presentarse como opciones populares y democráticas; pero, de acuerdo a su estrategia permanente, siempre tienden a evolucionar, en su permanencia en el poder, hacia una posición totalitaria; e instaurar paulatinamente, diferentes formas de medios represivos. No olvidemos que así sucedió con los casos de Rusia en 1917, en China en 1949, o el de Cuba en 1959; en que los izquierdistas llegaron al Gobierno por la vía insurreccional, con el argumento de llevar a cabo una revolución popular y socialista. Una de las hábiles tácticas suyas, ha sido siempre el partir del empleo de una pretendida postura moderada de socialismo marxista, o el de asumir actitudes falsamente nacionalistas; para después evolucionar hacia su radicalización e imponer una dictadura comunista. Por ello, debemos recordar que ya Evo Morales ha manifestado que no están en el gobierno de paso, sino para quedarse permanentemente; de la misma manera que el ministro de autonomías, Carlos Romero, manifestó que se impondrán “por la razón o por el garrote”. Amenazas de este tipo se han repetido por parte de los diferentes personeros oficialistas del Movimiento al Socialismo.

Y ya podemos ver que se están dirigiendo inexorablemente hacia la imposición de un régimen tiránico, empleando tácticas similares a las utilizadas por los nazis en Alemania, cuando estos llegaron al poder por una discutible vía democrática en 1933; pero, bien pronto comenzaron, como lo hace el actual régimen en Bolivia, manipulando las reformas constitucionales, a tiempo de emplear un discurso de odio racista contra el pueblo judío, y aún contra las demás razas. Pero, análogamente, es un racismo indigenista rentable, utilizando engañosamente la figura de Evo Morales y algunos muy pocos de origen indígena, por parte de hombres como Alvaro García Linera, Antonio Peredo, Manuel Morales o Ramón Quintana y los demás dirigentes del MAS; que instigan a la confrontación racial, pero nada tienen de pertenecientes a etnia autóctona alguna, como no sea la de provenientes de un origen muy español; a tiempo de hablar o escribir despectivamente, empleando el término de “k’haras”, que quiere decir “blancos”; es decir, el origen racial al que ellos mismos pertenecen. La diferencia política entre los hitlerianos y los masistas, radica en que los del MAS no tienen un plan económico, y su grotesco racismo indigenoide se combina con la ideología marxista de la lucha de clases; para dirigirse hacia la desintegración de nuestra sociedad, confrontándonos los unos con los otros. Una estrategia de los astutos izquierdistas bolivianos, adinerados y k’haras indigenistas; en conjunto con los europeos de las ONG’s, también k’haras, que los dirigen; en la utilización de un discurso racista indio, para lanzar a los campesinos contra los enemigos del régimen, con el pretexto de una reivindicación indigenista.

Pero, esta estrategia, si bien es hábil, no es original; porque ya la emplearon los hombres del Partido Liberal, durante la Guerra Civil de fin del siglo XIX en Bolivia; cuando espolearon contra sus enemigos del bando dirigido por el Presidente Severo Fernández Alonso, al líder aymara Pablo Zárate, el Willca, al que después traicionaron y asesinaron. Al igual que lo hicieron los dirigentes del MNR, que gobernaban en 1952, para incitar contra sus opositores a las milicias campesinas que armaron con fusiles, pero, a las cuales sumergieron en el hambre dentro de sus pequeñas sayañas; debido a la estafa política y económica, que representaron los repartos de tierras sin rentabilidad, a la que los movimientistas llamaron “reforma agraria”. Asimismo, como todos los regímenes marxistas, su manejo de la economía es deficiente, así como el manejo de la represión política es eficiente; como ocurre hoy en Cuba comunista. La continuidad de la debacle económica generada por el neoliberalismo en Bolivia, la sigue el masismo; cuando vemos que, desde la ascensión de Evo Morales al poder, en enero de 2006, la población boliviana es víctima de la inflación y la subida al doble de los precios de la canasta familiar, pero sus salarios siguen siendo exiguos. Los más afectados son los pertenecientes a las clases trabajadoras, los campesinos, los pobres y las clases medias; sin que este régimen sea capaz de generar nuevas fuentes de producción y empleo; pero lo único que produce es una corrupción idéntica a la de los gobiernos anteriores de la derecha; diciéndonos que estamos en un proceso de cambio, el cual no es más que un slogan sin realidad. Ante esta realidad de injusticia económica y social, la Central Obrera Boliviana (COB) y sus organismos regionales, ha callado; y, por respaldar al régimen del MAS, no está defendiendo las necesidades de los obreros; si continúa en silencio, su directiva estará haciéndose cómplice en estos atentados contra la economía del pueblo.