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Rafael (Lorenzo tr.)/LXV

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LXIV
Rafael: Páginas de los veinte años (1920)
de Alphonse de Lamartine
traducción de Félix Lorenzo
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En cuanto a Tácito, ni siquiera intenté discutir mi pasión por él. Le prefería, incluso a Tucídides, ese Demóstenes de la Historia. Tucídides expone más que hace vivir y palpitar. Tácito no es el historiador, sino el resumen del género humano. Su relato es el contragolpe del hecho en un corazón de hombre libre, virtuoso y sensible. La contracción que imprime en la frente del que le lee no es sólo calofrío de la piel, sino estremecimiento del alma. Su sensibilidad es más que emoción, es piedad. Sus juicios son más que venganza, son justicia. Su indignación es más que cólera, es virtud.

Confunde uno su alma con la de Tácito, y se siente orgulloso del parentesco. ¿Queréis hacer imposible el crimen a vuestros hijos? ¿Queréis que su imaginación se apasione por la virtud? Nutridlos de Tácito. Si tal escuela no los convierte en héroes, es que la Naturaleza los ha hecho cobardes o pérfidos.

Un pueblo que tuviese a Tácito por Evangelio político, crecería muy por cima de la estatura común de los pueblos. Ese pueblo representaría ante Dios la tragedia del género humano en toda su grandeza y en toda su majestad. Por mi parte, debo a este escritor, no todas las fibras de carne, sino todas las fibras metálicas de mi ser. El es quien las ha templado. Si alguna vez nuestros vulgares tiempos tomasen el giro grandioso y trágico de su tiempo, y yo viniese a ser digna víctima de una digna causa, diría al morir: "Honrad mi vida y mi muerte en el maestro y no en el discípulo, porque es Tácito quien ha vivido y ha muerto en mí!"