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Rafael (Lorenzo tr.)/LXVI

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LXV
Rafael: Páginas de los veinte años (1920)
de Alphonse de Lamartine
traducción de Félix Lorenzo
LXVI
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También me gustaban apasionadamente los oradores. Los estudiaba con el presentimiento de un hombre que un día había de hablar a las multitudes sordas, y que necesitaba conocer con antelación el teclado de los auditorios humanos:

Demóstenes, Cicerón, Mirabeau, lord Chatham sobre todo, más moderno y más sugestivo, a mis ojos, que todos los demás, porque su elocuencia, toda inspiración y lirismo, es más un grito que una voz. Esta elocuencia vuela sobre el auditorío limitado y por encima de la pasión del tiempo, con las más altas alas de la poesía, hasta las regiones permanentes de la eterna verdad y el eterno sentimiento. Chatham toma la verdad de la mano de Dios, y no sólo hace de ella la luz, sino que hace el rayo de la discusión. Desgraciadamente, no ha quedado de él, como de Fidias en el Partenón, más que despojos, cabezas, brazos, torsos mutilados. Pero, recomponiendo con el pensamiento esos despojos, se hacen prodigios y divinidades de elocuencia. Yo me figuraba tiempos, circunstancias, pasiones, ambiciones, forums parecidos a los que habían arrebatado a aquellos grandes hombres, y, como Demóstenes a las olas del mar,yo hablaba interiormente a los fantasmas de mi imaginación.