Rafael (Lorenzo tr.)/XLIX
XLIX
Salí de Paris al día siguiente, sin haber visto ní a uno de los amigos que allí tenía entonces, y con la intima alegría de no haber tenido una sola mirada ni una sola palabra, ni haber dado un solo paso que no fuese para ella. El resto del mundo no existía ya para mí. Pero, antes de marchar, eché al correo una carta fechada en París y diri gida a Julia. Debía recibirla al despertarse. La carta no contenía más que estas palabras: “08 he seguido. He velado, invisible, por vos. No he podido dejaras antes de saber que estabais confiada al cuidado de los que os aman. Ayer, a media noche, cuando abristeis el balcón y suspirasteis mirando a la estrella, ¡estaba yo allí!
Habríais podido oír mi voz. ¡Cuando leáis estas líneas estaré muy lejos!..."