¡Válgame el cielo! ¿Qué es esto?
¿Es su vara tu aguijada,
que una seca peña helada,
te ha obedecido tan presto?
Con las manos, de Dios llenas,
has hecho aquesta sangría,
porque solo Dios podía
hallar el agua en sus venas.
Dos fuentes, Isidro, has hecho
en tan notable ocasión,
pues lo es esta y lo es mi pecho,
y entrambas en piedra son.
A la sed que me dio enojos
sale el agua desta peña,
y el tierno pecho te enseña
otra también en mis ojos.
¡Alabo a Dios!
Isidro:
¡Justo es,
bebed, Jüan, mi señor!
Juan de Vargas:
Bebo, aunque mayor calor
le espera al alma después.
Isidro:
David dijo que Dios puso
los ríos en el desierto,
y que por la sed abierto,
paso a las aguas compuso.
Bebed, señor, y advertid
que la fe todo lo abona.
Juan de Vargas:
¡Oh, qué divina Helicona
hoy te da el cielo, Madrid!
Esta sí que es Hipocrene.
¡Ingenios, bebed, llegad,
escribid la santidad
que su cristal dulce tiene!
Porque espero que ha de hacer
milagros, tan milagrosa
corriente.