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Tal como viene: La destitución de la Junta regional del Principado

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¿Y no verán todavía muchos a dónde quieren llevarnos los Oppas y los Julianos de la Causa en estos días de confusiones y de inconsecuencias?

Sin tiempo ni espacio suficientes para comentar su contenido en nuestro número de hoy, recibimos la siguiente carta, que reproducimos sin añadir ni quitar una coma, dejando a sus autores la responsabilidad integra de sus afirmaciones.

De momento, nos limitamos a consignar nuestra más enérgica protesta contra una arbitraria disposición que, por sus fines, no puede herir a los prestigiosísimos tradicionalistas a que afecta.

Y, a la vez, nos congratulamos de que los hechos vayan dando la razón a todas nuestras campañas, justificando nuestra indeclinable actitud frente a esos elementos advenedizos que, constituyéndose en mecenas y directores de nuestra Comunión, abrigan el menguado e irrealizable propósito de restaurar lo que se hundió para siempre en abril de 1931.

Quos Jupiter vult perdere, prius dementat. Dios, sin duda, quiere perder a los aludidos cuando así les priva de la discreción y de la prudencia más elementales.

¡Carlistas! ¡Ved! ¡Meditad! Proceder en consecuencia!…

– – –

Madrid, 29 de mayo de 1932.

Señor Director de EL CRUZADO ESPAÑOL.

Muy distinguido señor y correligionario nuestro: Sabemos, por conducto fidedigno, que Lamamié de Clairac, a quien hasta la fecha no habíamos conocido en la organización carlista, ha tenido el atrevimiento de destituir, en nombre de una llamada Junta Suprema, al dignísimo Jefe Regional del Principado de Asturias, don Sancho Arias de Velasco, y a los no menos dignos miembros de la Junta regional del antedicho Principado.

En la carta en la que comunica la destitución, se dice lo siguiente:

«Llega a conocimiento de la Junta Suprema por diversos conductos la noticia de que la actitud de usted y la de algunos compañeros de esa Junta es de identificación con los disidentes de EL CRUZADO ESPAÑOL.

No vamos a discutir, como es natural, sobre los aspectos de esa disidencia… Pero comprenderá usted que si su actitud es esa no pueden ustedes seguir ostentando los cargos directivos de nuestra Comunión en esa región asturiana. Mantener una disidencia y seguir de directivos en la organización son cosas incompatibles…

La Junta Suprema ha acordado nombrar Jefe regional de Asturias a don Gonzalo Merás y Navia-Osorio… Claro es que para nosotros constituiría una inmensa satisfacción el que usted y los que a su lado salen depusieran su actitud y se sometieran en absoluto a las reiteradas órdenes de nuestro augusto Caudillo.»

Esto, Inés, ello se daba.

No necesita comentarios.

En nombre de los carlistas asturianos que residimos en Madrid y también en el de los leales del Principado, protestamos de la forma incorrecta e inmotivada con que a uno de los más dignos Jefes regionales de España se le destituye por no quererse poner a los pies de los caballos de la dinastía felizmente derrocada, que esa Junta Suprema Tradicionalista trata de restaurar, prevaliéndose de una autoridad que desconocemos. Los nobles asturianos sabemos de memoria quiénes son los Oppas y los Julianes, y no podemos tolerar a los Condes traidores que en otros tiempos y en el presente intentan hacer imposible la reconquista de la Patria.

Tenemos un fichero muy nutrido de cada uno de los miembros de esa Junta y el día que nos decidamos a publicarlo quedarán al desnudo muchas actitudes que hoy aparecen confusas.

En lo que se refiere al sustituto, al que se alude, uno de los que suscriben esta carta ha podido hablar con él no hace muchos días, sacando la impresión de que, de no haber variado de opinión, no se ha de prestar a servir de testaferro aceptando el cargo que se le ofrece.

Agradeciéndole la inserción de estas líneas para que todos los leales se enteren, y animándole a perseverar en su acción depuradora, aprovechan la ocasión para ofrecerse de usted afectísimos amigos y correligionarios entusiastas, q. l. e. l. m.,

VARIOS ASTURIANOS