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Carta de Mariano Egaña a Juan Egaña (8 de Mayo de 1824)

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VALPARAÍSO, 8 DE MAYO DE 1824.

Mi amadísimo padre,

Cuando esperaba hoy una respuesta decisiva para embarcarme recibo un oficio del Gobierno previniéndome suspenda mi viaje en los trozos del adjunto oficio: accidente que me ha sido sensible porque el mal paso debe emprenderse luego, y quién sabe qué consecuencias podrá traer la demora. Tampoco sería fácil, perdida esta proporción, encontrar otra igual tan luego. Yo querría que Ud. se empeñase porque me despachasen pronto, mañana mismo. Si hay algo nuevo que comunicarme en vista de lo que expusiese el Cónsul, podría dirigirme por Buenos Aires a Río Janeiro, o en derechura a Inglaterra en el primer buque que saliese. Si hubiese nuevas instrucciones que comunicarme, desearía también que Ud. las hiciese, ofreciéndose al efecto para ello y me expusiese cuanto haya ocurrido en las conferencias, y cosas que haya dicho el Vice cónsul al Gobierno. En fin, que no se me demore. Mi posición aquí es muy falsa e incómoda. Tampoco tengo ya cara de molestar y gravar tanto a este Gobernador. No me he atrevido a pagar el flete falso a este capitán que llora materialmente por cada día de demora, creyendo siempre salir de un día a otro; pero él me ha dicho que desde hoy sólo dos días aguardará porque es responsable de toda la carga del buque si sufre algún contraste como que ha debido salir al primer buen viento; y tendré que pagarle a un mismo tiempo estadías y falso flete: aquéllas por cada uno de los días que se ha detenido y éste porque lo despacho sin irme por mi culpa. Pierdo también las frioleras de rancho que he embarcado. Hay todavía otro inconveniente, y es que no llevo dinero, y tendré que vender mis pastas para estos gastos, y tampoco llevo letras para que a ellos se me cubran. Vuelvo a insistir para que Ud. en la manera que le sea posible se empeñe para que no se me demore.

Va esa carta para Freire, a fin de que Ud. se la entregue en su mano cuando llegue a Santiago. En ella lo recomiendo a U.

A Dios mi padre, soy su

Mariano.

Hoy se van Juan y Ríos ; ya estaban aburridos. El que ha ido a Santiago es el Vicecónsul. El Cónsul está aquí y muy políticamente me ha dicho, que no puede comunicarme ni aún los días que podré yo retardar mi viaje, pero que le parecía conveniente que aguardase hasta tener él respuesta de su Vicecónsul.