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Historia general de el Reyno de Chile/Libro I/XX

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CAPITULO XX.


Del modo de cantar victoria en las batallas con la cabeza de alguno que matan de el enemigo, y de las ceremonias con que matan a los cautivos en las borracheras, y la carniceria que de ellos hacen.


En matando a uno le cortan la cabeza, la levantan en una lanza y cantan victoria.—Desmaya el enemigo y no pelea en oyendo cantar victoria.—El romance es haciéndose leones y alcones los victoriosos y motejando de corderos y pajarillos medrosos a los vencidos.—Passa la cabeza por varias partes y luego la cuelgan como vandera de su triunfo.—Preséntanla para que les retornen otra.—No llevan los indios vanderas, ni los españoles algunas veces, por no perder sin ganar.— Huyen por faltarles las cabezas, y en teniéndolas pelean con teson.—No quieren dar la cabeza por ningun dinero.—Guardan la de el gobernador Loyola y la de Catalan.—Matan a sangre fria a los cautivos para solemnidad de sus borracheras.—De vuelta de viage les tienen chicha sus mugeres y el Toqui general, y lleban a matar un cautivo para la solemnidad de la fiesta.—Envian a otras provincias cautivos para que los maten y les vuelvan despues otros.—Las ceremonias que hazen para matar a los cautivos en sus fiestas.—Mátanle como a carnero de la tierra.—Dan con él tres vueltas corriendo al rededor de la gente.—Si va a pié hazen calle. Al passar le dizen muchos oprobios.—El razonamiento que hazen los valientes antes de morir.—Razones con que les obliga a que le den la vida.—Nombra en cada palito a uno de los valientes de su tierra, y assi mismo el último, y entiérrase.—Danle con una porra en la cerviz y cae muerto.—Sácanle el corazon y pasa de mano en mano, y untan con su sangre los toquis.—Hazen flautas de las canillas y los brazos.—Echan a rodar la cabeza y tabaco hazia la tierra de el enemigo.—Quedar el rostro hazia ellos, es mal agüero; si hazia el enemigo, bueno.—Levantan en una pica el corazon y en un palo la cabeza, y tocando las flautas cantan victoria.—Metáforas de el romanze que cantan.—Dan vueltas al rededor unos, medio desnudos, animando a los demas.—Reparten el corazon a pedacitos entre los caciques para que se le coman.—Del pellexo de la cabeza hazen guirnalda.—Muchos en este trance se convertian y otros no.—A los que se convertian enterraba en la iglesia con admiracion de los indios.—Los que no querian bautizarse se han convertido por haberles dicho no los enterraria si no se bautizaban.


En derribando en la guerra los Indios a alguno de los enemigos, se avalanzan luego a él, y mas si es capitan o persona de importancia, y con gran presteza le cortan la cabeza y luego lo levantan en una pica, y se atropan los que se hallan mas cerca a cantar victoria con ella. Y causa tan gran desmayo al enemigo el oir a los contrarios cantar victoria y el ver la cabeza de alguno de los suyos enarbolada, que todos paran y cessan de pelear, teniéndolo por mal agüero y por señal de que todos han de morir si porfian en pelear, y assi solo tratan de huir y de ponerse en cobro. Y aunque sean ellos muchos, y el monton de los que se paran a cantar victoria con la cabeza pocos, no se atreven a acometerlos por mas encarnizados que estén. Y los victoriosos, en qualquiera parte que estén peleando, en oyendo cantar victoria a los de su exercito, siguen la victoria con grande esfuerzo y confianza de que ya es suya, y al mismo passo se desaniman los contrarios.

El romance que en estas ocasiones cantan es tristíssimo, y mucho mas el tono, que solamente el oirle causa melancolia y desmayo a los contrarios. Y en él les dizen: "como ya el leon hizo presa en sus carnes, y el alcon o nebli cogió aquel pajarillo, que se animen los leones a despedazar a los corderos, y los neblies vuelen con ligereza tras los paxarillos y despedazen sus carnes," y con estas metáforas hazen ostentacion de la valentia de su exercito que es de Leones y de Alcones y Neblies generosos, y el de el contrario de temerosos corderillos y paxarillos cobardes. Y con esto hazen temblar la tierra, sacudiendo todos a un tiempo con los pies el suelo, y entretejiendo las lanzas y haziendo ruido con ellas, dan voces al enemigo motejándole de cobarde y diziéndole que venga por la cabeza de su soldado o de su capitan, que si todos ellos son tan valientes como aquel, no deben de ser soldados ni valientes, sino mugeres y cobardes. Y diziendo esto les vuelven a acometer y seguir el alcance, porque despues de oir cantar victoria siempre se ponen en huida, o porque les han muerto la cabeza o por el desmayo que les causó la que vieron enarbolada y por el haliento que causó a los contrarios el buen sucesso.

La cabeza con que cantan victoria la lleban a su tierra y la cuelgan como estandarte o vandera que han quitado al enemigo, y la ponen en parte pública despues de averla embiado de unas provincias en otras para hazer ostentacion de su victoria, y que sepan que tienen aquel capitan menos por enemigo y se animen a volver otra vez a la guerra. Y lo ordinario es presentar una cabeza de estas a otra Provincia para obligarla a que corte otra semexante de el enemigo y les retorne el presente. No usan de vanderas ni caxas de guerra, ni trompetas, porque no las tienen ni las saben hazer: solo se van a lo natural, y de astas de toro hazen unas cornetillas, y con ellas y sus tamboriles se convocan. Los Españoles, como ellos no traen en sus exercitos vanderas, suelen no llevarlas tampoco por no perder donde no pueden ganar, y principalmente no las lleban a las malocas por ser correrias ligeras y porque no quede el enemigo ufano cogiendo alguna, no teniendo ellos ninguna que poderles ganar; solo a las campeadas las lleban, y al meter y sacar las guardias en los tercios, al hacer esquadrones y ponerse las compañias en órden.

A la retirada cada uno se va por su camino como lobo por su senda, sin guardar forma de esquadron ni hazer cuerpo de exercito, assi los vencedores como los vencidos, sin obedecer ya mas a sus capitanes. Ya los vencidos los desprecian como a hombres que no han sabido gobernar su exercito. Y con ser tan animosos en viéndose vencidos y entrando en ellos el miedo, huyen sin vergüenza y no tienen por afrenta el huir, ni entre ellos se le da a alguno por baldon el aver huido, ni de eso se avergüenzan, antes se alaban de valientes y de animosos por aver salido bien de el peligro huyendo de la muerte y de el riesgo, que a vezes es valentia el escaparse de él y muestra de valor, como no sea con vergonzosa huida. Y el ordinario lenguage es dezir Montun, en que significan que aunque huyeron, fué con valentia y librándose de el peligro, y que los que murieron en la guerra murieron como cobardes y no teniendo brio ni esfuerzo para librarse del peligro. Y es el huir en estos indios lo mas comun por verse derrotados y que no tienen cabeza ni modo para encorporarse; que quando la tienen, pelean osadamente y con teson hasta morir, sin mostrar que tienen temor a ninguno, que para eso echan el miedo fuera antes de pelear en los aloxamientos: hazen lo mismo de noche a todos los quartos, haziendo temblar la tierra y entretegiendo las lanzas.

Quando en la guerra matan a algun general o persona de importancia y le cortan la cabeza, le toca el guardarla al Toqui general, como pressa de grande estima y que passa de padres a hixos como vínculo de mayorazgo, y en las ocassiones de guerra o de alzamientos la saca como estandarte Real que quitaron al enemigo, y para animar a todos sus soldados y provocarlos a la guerra con la esperanza de coger otra cabeza semexante y con el exemplo de sus antepasados que ganaron aquella. Guardan el casco despues de averle pelado y descamado en agua caliente, y en las... [1] y en las borracheras de mucho concurso le sacan para beber en él por grandeza, de suerte que solamente los caciques y las personas grabes beben, por honra que se les haze, en la cabeza, que llaman Rali-lonco y que quiere dezir vaso de cabeza, en el qual no bebe jamas la gente vulgar. Y, como dige, tiene hasta oy en Tucapel un cacique la cabeza de el gobernador Loyola y la saca en las fiestas recias para brindar en ella a los caciques. Y aunque le daba por ella el capitan Juan Catalan mucha hazienda, assi por enterrarla como por quitarles esa vanagloria de blasonar que mataron a ese gobernador, no se la quiso dar, porque la estima como vínculo de mayorazgo. Y lo mismo le sucedió despues al mismo capitan Juan Catalan, que tubo gran fama en su tiempo, que aviéndole muerto los indios en el rio Bueno, passó despues su cabeza por toda la tierra y la tienen guardada los indios de la costa como una gran pressa. Y assi tienen otras muchas guardadas de capitanes y personas de cuenta que sacan en sus borracheras para beber chicha en ellas, sin hazer asco de beber en calabera humana, como gente cruel y inhumana que se relame en la sangre de su contrarío.

Donde se manifiesta mas la crueldad y ferocidad de estos indios, es en el modo tan barbaro y cruel que tienen de matar a sangre fria a los cautivos que cogen en la guerra, assi Españoles como indios de su propia sangre y de su propia nacion, porque en llegando a sus tierras de vuelta de alguna jornada, hazen una gran borrachera para solemnizar la victoria, y sus mugeres les tienen prevenida mucha chicha. Y assi mismo el Toqui general que los convocó para la jornada les tiene para el recevimiento grande abundancia de chicha, y les da muchos parabienes, y el tambien los recive por el buen sucesso, como autor y promotor que fué de la jornada. Y para que se celebre la fiesta con mas solemnidad lleban atado a ella un cautivo Español o indio para matarle a su usanza, delante de todo el concurso de la gente, que a casos semejantes vienen de muy lexos los viexos con sus bordones, y los enfermos se animan a lebantarse de las camas como quien viene a ganar un jubileo pleníssimo. Y si los cautivos que tienen son muchos, embian algunos a otras provincias para que allá los maten y hagan fiesta con ellos, haziendo ostentacion de la buena suerte que han tenido y de los muchos cautivos que han traido, y provocando a las otras provincias a que hagan otro tanto y les correspondan con lo mismo. Y el empeño es forzoso, porque aunque sea de alli a mucho tiempo han de pagar aquel cautivo con darles otro que maten.

Las ceremonias que hazen para matar a un cautivo son notables; porque en juntándose toda la tierra en la plaza de armas, que es el Lepan, lugar dedicado para estos actos públicos, trahen al cautivo que an de quitar la vida atadas las manos y con una soga al cuello, de donde le van tirando, y al que assi lleban le llaman Guequeche, que quiere dezir en su lengua: hombre que an de matar como carnero, porque le matan del mismo modo que matan los carneros de la tierra, y suple en las fiestas grandes por un carnero. Si le lleban a caballo, dan tres vueltas con él con grande furia, corriendo al rededor de la gente que le está esperando con sus lanzas en las manos puestos en rueda, y acabadas las vueltas con grande grita y algazara le meten en medio de la rueda, donde tienen ya los caciques clavados sus toquis de pedernal negro en el suelo y atadas a ellos sus flechas ensangrentadas. Si le lleban a pie, hazen una calle larga de toda la gente y por ella le lleban como a la vergüenza, y todos le dizen muchos valdones, particularmente las viexas: y que se harte de ver el sol, que ya no le ha de ver mas, que llegó el dia en que ha de pagar los males que ha hecho; y si es alguno que ha sido valiente y les ha hecho mucho daño en la guerra, llegan a él las viexas y le dizen: "que es de mi hijo o mi marido que me mataron en tal tiempo? Vuélvemele, y si no ahora he de comer de tus carnes: esa mala cara que podia hazer? tus maldades te an traido a nuestras manos, ahora la pagarás." Y en llegando al medio se ponen todos en raeda y hazen temblar la tierra dando muchas vozes y diziendo: muera, muera.

Quando el que quieren matar es algun indio noble o algun soldado valiente, le dan lugar para que hable, y son tan animosos, que aunque ven que los quieren matar, hazen sin turbacion ninguna un elegante razonamiento con grande arrogancia. "Ya sé (dize el que es valiente) que me traheis a matar; no penseis que temo la muerte, que como he sido soldado, siempre la he traido delante de los ojos y he puesto la vida al tablero; no estraño el morir, porque siempre he despreciado el vivir, y he mirado la vida como la hazienda que se aventura al juego, que si oy se gana mañana se pierde. Y en diversas ocasiones he tenido mis ganancias, porque en tal batalla maté a fulano, en tal a zutano, y en diversas... [2] cautivé tantos, y siempre consideré que la fortuna era mudable, y que aviendo ganado tantas vezes al juego alguna avia de perder. Ya llegó mi mala suerte. Pero consuélome con que lo mismo os ha de suceder a vosotros, que si ahora ganais y me quitais la vida, mañana aveis de perder, y parientes tengo yo y soldados valientes en mi tierra que os la quitarán a vosotros. Poca valentia es quitarme la vida, atado, a sangre fria y como se la quitárades a un carnero; probad, pues preciais de valientes, a quitármela hombre a hombre, cuerpo a cuerpo y lanza a lanza. Que fama, que nombre o que provecho aveis de adquirir matando a un hombre valiente atado? Si eso lo hizieran las mugeres, vaya! que es gente sin animo y valor. Pero vosotros, que blasonais de valientes, no adquiris con eso nombre, sino que manchais el adquirido. Mas ganareis con darme la vida, pues es de valientes perdonar al rendido y de cobardes el ser crueles con él. Y no os estará mal el tenerme de vuestra parte, pues habeis esperimentado mi valor, mis ardides y mi valentia; que de el buen vino se haze el buen vinagre, y del buen enemigo un buen amigo; y como yo en tal y tal ocasion hize esta y está azaña en contra vuestra, sabré hazer las mismas en vuestro fabor. Probad, que poco cuesta y poco se aventura, que el brazo os queda sano para matarme quando quisiéredes; hazed esperiencia de mi fidelidad, que yo os daré tal y tal suerte y os guiaré por caminos que no sabeis para hazer pressa en vuestros enemigos, y os pondré en las manos tal cacique o tal Capitan español."

Y suele ser el razonamiento tan eficaz y tales las esperanzas que se prometen de él, que le perdonan, y entonces matan un perro negro y con él hazen las ceremonias que avian de azer con el indio ó con el Español.

Pero si no es persona de quien esperan alguna grande suerte o están muy encarnizados contra él por averles hecho muchos daños y temerse otros mayores si le dan la vida, dizen todos en voz alta: lape, lape, muera, muera. Y entonces le hazen incar de rodillas y le dan un manoxo de palitos y que con uno haga un hoyo en la tierra, y que en él vaya enterrando cada uno de aquellos palitos en nombre de los indios valientes y caciques afamados de su tierra. Y hecho el hoyo, nombra en voz alta a alguno de su tierra y echa un palito en el hoyo, y assi va nombrando a los demas hasta que no le queda mas de el último, y entonces se nombra a si mismo y dize: "yo soy este y aqui me entierro, pues ha llegado mi dia," y mientras está echando tierra en el hoyo le da uno por detras con una porra en la cerviz y luego cae sin sentido en el suelo. Y le abre uno por el pecho y le saca el corazon palpitando, y otro le corta la cabeza, otro la una pierna y otro la otra para hazer flautas de sus canillas; y otro tirando del cuerpo le arrastra y le echa fuera de la rueda, hazia la parte de el enemigo, a que se le coman los perros y las aves. El que le sacó el corazon le clava con un cuchillo y pasado de parte a parte se le da al Toqui general y ba passando de mano en mano por todos los caciques, haziendo ademan de que se le quieren comer a vocados, y dando la vuelta, vuelve a las manos del que se le sacó y con la sangre de el corazon unta los toquis y las flechas, diziéndolas que se harten de sangre. Los que le cortaron las canillas y los brazos los descaman en un momento, y en estando el hueso limpio le agugerean y hazen una flauta con que tocan alarma y sacudiendo con los piés la tierra la hazen temblar, blandiendo juntamente las lanzas y entretegiéndolas unas con otras, causando pabor con el ruido y la voceria. El que cortó la cabeza la echa a rodar por el suelo hazia la tierra de el enemigo, y abre una calle la gente, por donde la lleba rodando, y toman tabaco en humo y por la misma calle le van echando a vocanadas, retando al enemigo y diziendo que con los que alla están han de hazer lo mismo. Y si la cabeza se queda el rostro hazia el enemigo, lo tienen por buena señal y dizen que han de alcanzar victotoria; pero si se queda vuelta hazia ellos lo tienen por mal agüero y temen que les ha de ir mal en la primera ocasion.

Hecho esto levanta en una pica el corazon el que le cortó, y al mismo tiempo el que cortó la cabeza la clava en una estaca, y al fin de la calle donde estaba arroxada la levanta en alto, vuelto el rostro hazia el enemigo. Y tocando las flautas hechas de las canillas y de los brazos de el muerto, comienzan a cantar victoria, y en el romance le dizen al difunto: "Pretendiste como ave de rapiña coger al Vahari volador, y quedaste tu cogido y despedazado; intentaste vanamente hazer presa en el Leon valiente, y como a tímido cordero te despedazó; pensaste hazer presa en el rayo abrasador, y convirtióte en ceniza;" y con estas y otras metáforas en verso dan a entender su valentia y como el que les pretendió hazer guerra pagó su atrevimiento. Mientras están cantando andan al rededor de la rueda de la gente algunos indios desnudos hasta la cintura, con las lanzas arrastrando, dando carreras con grande furia, y diziendo a vozes y con grande arrogancia: "Ya pe pullimen<, hazed temblar la tierra, valerosos soldados; tiemble el mundo de vosotros, paxaros cazadores, leones valientes, rayos espantosos," nombrándoles con el nombre Quedu, quedu, que es nombre de un paxaro muy veloz y ave de rapiña que con gran presteza coge y despedaza a los paxarillos, dando a entender que assi son ellos, como aves de rapiña que cazan como a paxarillos a sus enemigos y los despedazan con sus uñas y su pico, comiéndoselos a pedazos. Y diziendo esto, el que tiene el corazon enarbolado en la pica y como estandarte de victoria, le baxa y le despedaza en menudos pedazos y los va repartiendo entre los caciques para que le coman el corazon a aquel que tan inhumanamente despedazaron.

Con esto beben y hazen gran fiesta, dejando el cuerpo sin que le de ninguno sepultura, y la cabeza la desuellan y hazen de el pellexo un apretador o guirnalda para la cabeza que llaman Mañague, y le suelen hacer de los pellexos de las zorras y de las aves, y de otros animales, dexando la cabeza del animal o de el ave en el pellexo, la qual en la guirnalda que hazen cae en la frente por gala con el pico de las aves y los dientes de los animales. Y esta misma gala hazen del pellexo de la cabeza del cautivo que matan. Y el casco le cuezen y le quitan la carne y los sesos y luego beben en él los caciques mas principales. Y a vezes son tan inhumanos y tan carniceros, que beben en el casco de la cabeza antes de descarnarla y guisarla los sesos, haziendo gala de esta barbaridad, y punto de honra... [3] en que beban en la cabeza los caciques y gente noble y no la plebeya.

He visto hazer estas crueldades, no por curiosidad de verlas, sino con harto sentimiento de mi alma, por aver ido acompañando y esforzando en aquel trance tan terrible a algunos que he bautizado en ocasion que los han querido matar a su barbara usanza, sin poderlo estorvar ni quererlo impedir los ministros de justicia y los Españoles por dezir que no pueden mas ni les pueden impedir sus antiguos usos. Bien es verdad que he librado a algunos con mis ruegos, y en su lugar han hecho las ceremonias referidas con un perro negro, y a otros que no he podido librar, por estar los indios muy encarnizados contra ellos y no quererlos perdonar a causa de aver sido grandes enemigos y averles hecho muchos daños, he ido a predicarlos y convertirlos a nuestra Santa Fe, para que ya que han de morir sea recevido el santo bautismo, y que ya que en sus cuerpos se ha de hazer tan grande carniceria, se salven sus almas y hayan a gozar de eterna felicidad en el cielo, como a muchos les ha acontecido, aunque otros han muerto reveldes y sin quererse convertir, esperimentando luego otra peor carniceria de sus miserables almas. Y a los que han muerto christianos, en yéndose los indios a sus tierras los he enterrado en la Iglesia con todo acompañamiento y solemnidad, diziendo los indios barbaros "que para que tenia lástima de aquel perro y le enterraba? que mexor era dexarle que se le comiessen las aves y los perros," aunque no dexaban de reconozer la charidad christiana y edificarse de la piedad que con ellos usábamos.

Acontecióme algunas vezes hallar grande resistencia en quererse bautizar estos indios que llebaban a matar assi como se ha referido, diziendo que si no avian de vivir que para que se avian de bautizar? y por mas razones que les proponia no los podia reducir, y con lo que se venian a reduzir era con dezirles: mira, que si no te bautizas, se ha de quedar tu cuerpo en esa campaña como quedan los demas, para que sea pasto de los perros y de las aves, y si recibes la fe y te bautizas, yo cuidaré de tu cuerpo y le enterraré. Y sabiendo que se avia de usar de esta humanidad con sus cuerpos, teniéndoles a ellos mas lástima que a sus almas, han dicho: si es assi que me has de tener lástima y enterrar mi cuerpo, haz tambien de mi alma lo que gustares. Y assi instruidos y enseñados en los misterios de la Fe y con deseo de salvar sus almas, se han bautizado y recevido aquella muerte con valor y con esperanzas ciertas de su salvacion.





  1. Inintelijible.
  2. Inintelijible.
  3. Inintelijible.