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Las beldades de mi tiempo/IX

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CAPITULO IX


Por mas que no quiera estableeer comparaciones entre lo que pasaba en antaño, y lo que pasa hoy, es fuera de duda que la sociabilidad de ayer hacia más llevadera nuestra vida. Las tertulias se improvisaban sobre el núcleo de los intimos; y los verdaderos saraos ponian de manifiesto la familiaridad culta, sencilla y digna que mediaba entre las niñas y los mozos, como consecuéncia de la vida social que frecuentaban.

Yo vi últimamente una especie de resurrección de estas costumbres... fui a1 Tigre, y tanto... y tanto me agradé... que publiqué el articulo siguiente que bien puedo intercalar aqui, siquiera sea imitando a Cervantes, que también intercalé su novela del Curioso Impertinente.

"Y no me digan a fe

Que pintan ciego a Cupido.
Lo será después que ha herido,
Pero antes de herir bien vé."

FRAY GERUNDIO.

¡No se cuchichea otra cosa!

Hay una especie de revolución social, allá en el fondo de los hogares juveniles, sobre la impresión producida por las reuniones improvisadas en el hotel del Tigre; en el lindo pueblo de Las Conchas.

Y ha hecho mas impresión este acontecimiento social que la revolución de Julio, que por ser demasiado grande, fueron demasiado chicos sus resultados, para las legitimas aspiraciones del pueblo todo.

Una pléyade numerosa de juveniles rostros, con toilettes de matizados colores, que brotaban rozagantes como en campo de dalias y glicinias, apareció en las reuniones del Tigre-Hotel, en la noche del último domingo.

¡Y no hay que ir a Europa, esta mania de la actual generación, en busca de lo desconocido, y en donde las flores frescas de la primavera de la Vida, ni reverdecen espontaneas como aqui, ni se brindan a las caricias del sol vivificante! Como si hubiera perfume comparable al que exhalan los pimpollos de nuestros jardines, al recibir las caricias de la aurora argentina, como dirian los poetas si las describieran .

Para convencerse bastaba ver las que se agolpaban presurosas a las puertas del hermoso salon de fiestas, del mas lindo y coqueto pedazo de tierra que poseemos, tierra que recién nace, fresca y vigorosa, surgiendo como Berenice de las aguas que la ciñen amorosa, aqui el Lujan caudaloso, alli el rio de Las Conchas, pintoresco y sombreado, alli el Tigre, con su gran puente de hierro, bordado a una y otra margen de construcciones bonitas y lujosas.

Por la superficie tranquila corre la sencilla canoa de los isleños, como decia eL señor Marcos Sastre en sus poéticas descripciones del Tempe Argentino.

Por alli también Van los largos y enjutos botes llamados ingleses, que como espadas que avanzan parece que quieren atravesar alguna caja de hierro repleta de alro que suena, y se deslizan al impulso de los fuertes puños sajones (O de los que se quieren hacer sajones), serios y poco impresionables, sangre inglesa, compatriota de las libras esterlinas.

Alla van por aquellos rios, que poetizan los arboles y que predisponen al sentimentalismo, por no decir al amor, reflejando los sauces llorones tan iindos y majestuosos que adornan sus orillas...

¡Reman, para fortalecerse!

¡Dichosos ellos!... yo los admire, pues siempre he estado en la otra alforja!...

Pero también se mecen en aquel cristal de las aguas, los vaporcitos tripulados por muchos argentinos, en Charla perpetua y franca, llena de alegrias bulliciosas, atribuciones todas de nuestra raza, a que predispone un sol explendente que calienta nuestra sangre al abrigo de un cielo en donde no hay nubes eternas ni caen nieves (porque para hacer los helados, hay que traer las maquinas o las heladoras de afuera).

Es por esto que tenemos un corazón tal cual, y un alma de esto que estalla.

Reflexionemos un poco.

Se observa, en general, que las mujeres se aman poco unas a otras, naturalmente porque son rivales (ha dicho un célebre autor). Que sus amistades no llegan jamás a sacrificar una pasión, y que los únicos lazos que las pueden contener son los secretos de amor cuyas revelaciones temen unas de las otras. Por esta razón cree el mismo Montaigne que la mujer es incapaz de una amistad verdadera, porque no tiene bastante fuerza de alma, ni esta libre de preocupaciones contra otra mujer, y que sólo con el hombre, o con los niños, se exaltan sus afectos hasta el heroismo. Todo esto sucede, generalmente, en el mundo de los altos salones aristocraticos.

Pero en estas noches del Tigre, que haran época, esto no sucede, quiza por la razón de que todas son muy jóvenes, y no diré lindas por no ofenderlas con la verdad; y porque en estas reunioues formadas por casualidad y no por el calculo, no se estilan estas cosas, ni se hila tan delgado; y entre mujeres hay que andarse con mucho tiento para no revolucionar el avispero.

¿Hasta dónde van estas lindas mujeres que ostentamos y que son el orgullo de nuestro pais? ¡No lo sé, pero lo presumo!

¡Ha sido una barbaridad la que han hecho nuestros padres al habernos hecho nacer tan antes.!

Yo las veo, y es excusado decir que las admiro, por las calles, en Palermo y aqui. Parece que todo lo bueno se ha dado cita y ha dicho: no faltemos el domingo. ¡¡Pero!! asi como estamos: sans-fagon, sans ceremonie, sans compliments...

Y esto es lo que mas consuelo ha dado al espiritu del observadorz que el lujo y la tirantez han desertado de aquel lugar; y si no fuera por recordar cosas desagradables, podriamos decirle al lujo, ya se fué, para ser reemplazado por la gracia, por la, sencillez y por la mas coqueta elegancia de la moda de este verano.

¡Qué encanto al verlas salir presurosas de sus coches o landós, adornadas de esos preciosos sombreros de la estacion, en los que jamas la moda ha interpretado mejor las ideas de la gracia, de la elegancia y del adorno juvenil.

Pero suenan los primeros acordes de la invitación a la danza y esas aladas mariposas, se lanzan al salon a participar de los goces inmutables del vals y de la mazurka; y comienza la charla, pasando una noche de francas alegrias inolvidables.

El público clasico también goza, y sobre todo, las mamás que se extasían viendo a sus retoños de un tiempo que fué lucir las gracias y la belleza que ellas les dieron al nacer.

¡El hogar argentino estaba vacio!

¡Las niñas no tenian visitas!

¡El registro civil no publica nombres conocidos y la familia se acorta!

¡La juventud viril anda huyendo de la quema! Pasea en caballos rusos que el papa les obsequió. Y las carreras, los clubs de esgrima y otras hierbas los atraen, los aprisionan y los ocultan.

Esto no debe seguir asi, y sin querer ser el diablo predicador, estoy haciendo una catedra de procedimientos salvadores...

Esperemos la reacción; y las reacciones son benéficas cuando se vuelven los ojos al hogar de la familia, en donde la amistad campea, y los devaneos de una pasión correspondida los aguarda.

Vamos, pues, adelante aprovechando de la lección inesperada que nos ofrecen las reuniones, inauguradas bajo tan buenos auspicios.

Ahora, para terminar:

Si yo fuera a decir quién o quiénes fueron las que se llevaron la palma de la victoria, seria ponerse a mal con muchas, y quizas ni las gracias de las otras.

Y como sobre gustos no hay nada escrito, juzgando por mis impresiones me daria a mi mismo un soberano chasco.

Yo soy como muchos otros: de la última que ven. ¡¡Cada uno es como Dios lo hizo!! — Au revoir.


S. CALZADILLA.

Las Conchas, Enero de 1891.