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Lo que se oye desde una silla del Prado

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Lo que se oye desde una silla del Prado
de Pedro Antonio de Alarcón


(VERANO DE 1874)


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¡Qué noche tan hermosa!

-¡Hermosísima!

-Y ¡qué calor ha hecho hoy!... Figúrese usted que esta mañana...

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-Agur...

-Adiós...

-Muy buenas noches...

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-Pues, sí, señor; como le iba diciendo a usted...

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-¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

-¿Has conocido a ése? Es aquel que el año pasado...

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-¡Agua, aguardiente y azucarillos! ¡Agua!

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-¡Niñas! ¡Niñas! ¡Más despacio!

-Tenga usted cuidado, Arturo; ¡que nos llama mamá!

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-¡Barquillero!

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-¡Matilde, eres un ángel!... ¡Eres una diosa!... ¡Eres una!...

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-¡Pero, ¡hombre! ¡Esa mujer es una arpía! Gustavo debía divorciarse...

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-¡Ramitos y camelias! ¡La vara de nardo a dos reales! ¡Señorito, cómpreme usted una!...

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-¡Allá van! ¡Ella es! ¡Aprieta el paso!... ¡Bendita sea la gracia!

-¡Aquí vienen! ¡Ellos son!... ¡Qué tontos!

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-¡Caballero! ¡Que no tengo padre! ¡Una limosnita por el amor de Dios!

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-¡La Correspondencia!

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-Pues bien: ¡desde entonces estoy cesante!... ¡Esto no es país!

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-¡Chico! ¡Chico! ¡Buen turrón! ¿Y cómo te las has compuesto?

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-Es un cuadro muy bonito. Pero a mí me gusta más aquel en que Pepita Jiménez y el teólogo...

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-Lo que usted oye. Murió ab intestato y me correspondió la mitad de la herencia. Yo no le había hablado nunca...

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-Lo mismo creo yo. La crisis es infalible. ¡Así no podemos seguir! Cristino será ministro antes de un mes.

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-Y ¿qué hiciste tú? ¿Le devolviste su carta con una bala?

-¡Le dí dos bastonazos, y en paz! No tenía él la culpa, sino ella...

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-Pues dicen que los carlistas están en Guadalajara...

-¡Mejor!

-¡Lo mismo me da!... ¡Esto es horroroso!

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-¡Señorita! ¡Merengues! ¡Acabaditos de hacer!...

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-Adiós. Yo me voy al concierto del Retiro. Aquello estará más fresco.

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-¡Oh! ¡Si yo encontrara una mujer que me comprendiese! ¡Una mujer...!

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-¡Ay! ¡Si yo encontrara un hombre digno de ser amado! ¡Un hombre...!

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-Hoy se cierra el juego. ¡Cómpremelo usted, señorito, que va a salir!

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-Entonces me apretó la mano y expiró... Tenía veintiséis años.

-¡Pobre Adelaida!

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-Pues yo los clasifico de otro modo: Frascuelo es Shakespeare, y Lagartijo es Corneille. Frascuelo representa una revolución en el arte, mientras que Lagartijo...

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-¡Nada! Convénzase usted... Todas las cuestiones se resumen en una, que es la cuestión teológica. En mi concepto, la presciencia de Dios y el libre albedrío del hombre son los dos únicos puntos que hay que dilucidar al discurrir sobre la pena de muerte.

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-¡De manera que el traje completo te ha venido a costar unos seis mil reales! Para estar hecho en París, no es caro...

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-¿Y cree usted que pronto habrá elecciones?

-No sé. Pero los distritos hay que cultivarlos sin cesar. Si logro que me quiten el estanquero de...

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-¡Señora, que tengo tres hijos, y soy viuda, y estoy enferma!...

-¡Jesús, qué mendigos éstos! ¡No la dejan a una pasear! ¡Perdone usted por Dios, hermana! Dios la ampare.

-Mamá, llévanos al café Suizo...

-Todavía es muy temprano. Luego iremos...

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-Está usted equivocado. Donde reside el alma es debajo de la dura mater, al principio del cerebelo. Drelincour dice...

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-¡Mañana sale, jugadores! ¡El 8.250! ¡El premio de 60.000 duros!

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-Pero, Manuel: ¿cómo duda usted de mí? ¿Me cree usted capaz...?

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-Pues sí, chico: al poco tiempo supe que amaba a otro...

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-Oye... ¡Pero no te acerques mucho!...

-¿Qué? ¡Habla!... ¡Habla, bien mío!

-Mañana sigue la novena. ¡Que no faltes!...

-¡Bendita seas!

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-¿Yo?... Veinte cuartos. ¿Y tú, cuánto tienes?

-¿Yo?... Una pesetilla...

Entonces podemos ir. ¡Verás qué mujer y qué manera de bailar el can-can!

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-¿Y nuestras pérdidas?

-Nuestras pérdidas han sido insignificantes: veinte muertos y un contuso. Los carlistas, en cambio, han tenido más de mil bajas y... tres prisioneros...

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-¿Y de qué es el aderezo?

-De perlas. Me ha costado un dineral. ¡Oh! Es una mujer encantadora. Mañana cenamos juntos.

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-Igual me pasa a mí con este reuma de todos los diablos. Estoy peor que antes de ir a Archena.

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-¿De modo que se casaron anoche?

-Anoche mismo.

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-¡Qué barbaridad! ¡Jugar un dos a la derecha contra un cinco! Es una carta que no se da nunca.

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-¡Mañana, a las seis, en el baño de la Elefanta! Mi doncella se quedará atrás...

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-Según eso, ahora está amaneciendo en la Habana, y son las once del día en la Nueva Zembla.

-Justamente, hijo mío.

-Dime, papá: ¿y creen los moros que todos los cristianos vamos al infierno?

-Te diré...

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-Mañana, a las ocho, en la iglesia de San Sebastián... Capilla de la Virgen. -Pero ten cuidado, pues mi cochero empieza a escamarse...

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-¿Y nada más que por eso se ha suicidado? ¡Qué animal! ¡Habiendo tantas Clotildes en el mundo!

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-Señores: los derechos individuales son anteriores y superiores a la ley escrita. El derecho es inmanente y consubstancial de...

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-¿Quién es ése?

-Ruiz el peluquero.

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-¡Fósforos y cerillas!

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-La verdadera felicidad consiste para mí en oír una buena ópera. La música es el arte por excelencia, por lo mismo que no expresa nada terminante.

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-¡Señor, que me falta un ochavo para una rosca!

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-Tranquilícese usted. Nuestro negocio es segurísimo. El trigo no puede menos de subir este año a noventa reales. Vendemos entonces las diez mil fanegas y compramos cebada...

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-¡Oh! ¡Pues lo que es usted se conserva perfectamente! ¡Parece hermana de sus hijas!... ¿Se acuerda usted de Valencia?

-¿No me he de acordar? ¡Qué mundo éste, D. Francisco!

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-¡Nada! No puedo pagarle a usted... Ejecúteme si quiere. Cargue usted con mi mujer y con mi suegra...

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-¡Hombre! Extranjero por extranjero, prefiero un rey alemán. ¡Ahora la cuestión es que quiera venir! En cuanto a Inglaterra...

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-¡Partís de un error! El cólera morbo existía ya en tiempo de los Faraones... Cuando yo haga el grado de licenciado, escribiré una Memoria...

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-Eduardo, ¡mire usted qué hermosa sale la luna!

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-¡Oh, sí, los radicales tienen la culpa de todo!

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-¡Más hermosa es usted, Condesa!...

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-Pues, en ese caso, tendrá que marcharse como D. Amadeo.

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-A mí me robaron los cantonales...

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-¡Oh! ¡Yo te adoro! ¡Yo te idolatro!

-¡Calla! ¡Que te oyen!...

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-Y a mí me han robado los carlistas...

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-El cólera fue una de las siete plagas de Egipto...

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-¡Eso... lo veremos! Si tu padre se opone, te depositaré judicialmente.

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-¡Pobre muchacho! ¡Haberle tocado la quinta! ¡Un pintor tan bueno!

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-Yo lo compré a 48, y hoy ha quedado a II.

-Pues yo lo he comprado hoy a II. ¡Veremos lo que el tiempo da de sí!

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¡Hemos roto las sillas, los espejos, todo! En fin, nos hemos divertido mucho.

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-Mañana predicará en el Carmen. ¡Ya verá usted! Es un verdadero apóstol.

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-¡Pobre Enrique mío! ¿Quién había de decirme que se moriría antes que yo? Crea usted que, si he vuelto a casarme, ha sido solamente...

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-Eso va en gustos. Yo prefiero el melón valenciano a la piña de América. La piña tiene demasiada fibra lechosa.

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-¡Pura superstición! ¡El espiritismo es la ciencia de las ciencias y la religión de las religiones!

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-Pero, hombre..., ¿dice usted que se ha vuelto loco? ¡Parece imposible! Él fue siempre tonto de remate.

-¡Ahí verá usted!

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-Señores..., ¡al tiempo!

-¡Pues yo le repito a usted que el príncipe Alfonso es la fórmula del porvenir!

-¿Y qué tal lo pasan ustedes en La Granja?

-¡Oh! ¡Allí se vive admirablemente! ¡Con tal que los carlistas no vayan a darnos un susto!...

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-¡El Cencerro! ¡El Cencerro!

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-Vuelvo a aconsejarle a usted que se suscriba. Es un periódico de primer orden.

-¿Y cómo dice usted que se titula?

-La Ilustración Española y Americana.

-¡Ah! Sí, he oído hablar de ella en casa del tío.

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-¿Vámonos?

-Vámonos, que principia a sentirse mucha humedad.

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-Hasta mañana,

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-Adiós...

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-Hasta mañana, Antonio...

-Pepita, hasta mañana.

-¡Niñas, niñas! ¡Más despacio!

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-Buenas noches.

-¡Agur!

-¡La Correspondencia!