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Lucrecia (fragmentos)

De Wikisource, la biblioteca libre.
Pensamientos, máximas, aforismos y definiciones: entresacados de todos los poemas, sonetos, comedias, historias y tragedias de William Shakspeare con adición de los trozos más selectos contenidos en sus diversas obras (1879)
de William Shakespeare
traducción de Matías de Velasco y Rojas
Trozos selectos: Lucrecia
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
LUCRECIA
SORPRENDIDA EN SU LECHO POR TARQUINO.

Una de sus níveas manos sostiene su faz de rosa, hurtando legítimo beso á la almohada, que, irritada, parece dividirse en dos y elevarse de ambos lados para alcanzar su ventura. Entre estas dos cimas yace enterrado el rostro de Lucrecia, apareciendo allí como un santo monumento ofrecido á la admiracion de los ojos impuros y profanos.

Su otra mano encantadora, fuera del lecho, sobre la verde colcha, semejaba por su blanca transparencia, una margarita de Abril sobre el césped, recordando su aperlada humedad el rocío de la tarde. Sus ojos, lo mismo que caléndulas, habian cerrado su brillante cáliz y reposaban dulcemente bajo un dosel de tinieblas, hasta que pudiesen abrirse para embellecer el dia.

Sus cabellos, puros hilos de oro, jugaban con su aliento. ¡Oh castos voluptuosos! ¡Voluptuosidad modesta! Hálito y cabellos parodiaban el triunfo de la vida en el dominio de la muerte, y los sombrios colores de la muerte en el eclipse de la vida. Vida y muerte se aunaban de tal modo en el sueño de Lucrecia que, lejos de parecer contrarias, se hubiera dicho que la vida vivia en la muerte y la muerte en la vida. — Luc.: Ests. 56, 57 y 58.

IMPRECACION DE LUCRECIA CONTRA LA NOCHE.

¡Oh noche insoportable, imágen del infierno! ¡negra página, receptáculo de vergüenza! ¡lúgubre escena de tragedias y de horrendos crimenes! ¡vasto caos encubridor de maldades, nodriza de oprobios, ciega y enmascarada mediadora, sombrío asilo de infamia, horrible antro de la muerte, difamadora confidente de la violacion y de la perfidia silenciosa!

¡Odiosa noche de tenebrosas brumas! pues eres cómplice de mi irreparable falta, reune tus nieblas para salir al encuentro de la aurora y luchar contra el ordenado curso de las horas! Y si permites que el sol ascienda á su ordinaria altura, antes de que se ponga, circunda su dorada cerviz de nubes emponzoñadas.

Corrompe el aura matinal con infectos vapores; envenena con sus dañinas exhalaciones la atmósfera de pureza, el supremo explendor del dia, antes que Febo llegue á la penosa cúspide meridiana; y puedan tus densas brumas marchar tan compactas que, ahogado el sol en sus masas humosas, se ponga á medio dia y ocasione una noche sin fin. — Luc.: Ests. 110, 111 y 112.

INVECTIVA CONTRA LA OCASION.

Ocasion! tú eres la gran culpable. Tú eres la que lleva a punto la traicion del aleve; la que guia al lobo y pone al cordero en sus garras. Al que medita un atentado le fijas la oportunidad: tú eres la que vejas la ley, el derecho y la razon; y en tu antro sombrio, donde nadie puede descubrirlo, se embosca el Mal para apoderarse de las almas que se le acercan.

Tú haces que la vestal viole sus juramentos; tú activas la llama en que se funde la intemperancia! Tú ahogas la probidad, tú inmolas la fé! Indigna cómplice, intrigante reconocida, siembras la calumnia y extirpas la alabanza. Corruptora falaz, ladrona infame, tu miel se cambia en acibar, tu alegría en dolor!

Tus íntimos goces llevan á una evidente ignominia, tus secretas orgias á un declarado hastío, tus lisonjeros títulos á un despreciable renombre, tus melosas frases á un acre, desapacible idioma. Tus violentas vanidades no pueden subsistir. ¿Cómo acontece, pues, vil Ocasion, que siendo tan maligna, suspiren tantos por tí? — Luc.: Ests. 126, 127 y 128.
GLORIA Y MISION DEL TIEMPO.

La mision del Tiempo es poner fin á la saña de los que se odian, devorar los errores engendrados por la opinion y mantener incólume el rico bien de un amor sin mancha.

Gloria del Tiempo es poner en paz á los principes guerreros, desenmascarar la alevosia y hacer relucir la verdad, estampar el sello de las edades en las cosas vetustas, velar durante el dia y custodiar en las sombras, perseguir al ofensor hasta que repare sus maldades, arruinar hora tras hora los suntuosos edificios y cubrir de polvo sus dorados, relucientes torreones.

Gloria suya es carcomer por todas partes los majestuosos monumentos, alimentar el olvido con los ruinosos vestigios, borrar los viejos pergaminos y alterar sus conceptos, desplumar las alas de los cuervos disecados, secar la sávia de las encinas seculares y prestar fuerza á los retoños, deteriorar las antiguallas de acero forjado y dar vueltas á la veloz, caprichosa rueda de la Fortuna.

Presentará la abuela las hijas de su hija, hacer del niño un hombre y del hombre un niño, acabar con el tigre que vive de matanza, amansar al unicornio y al leon feroz, burlarse del prevenido convirtiéndole en engañado, esperanzar al labrador con una cosecha abundante y desgastar duros peñones con pequeñas gotas de agua. — Luc.: Ests. 134, 135, 136 y 137.