Morfina

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Morfina
de Ernesto Noboa y Caamaño


Morfina,
divina!

De las almas tristes celeste beleño,
fuente inagotable para todo ensueño,
eficaz alivio de todo sufrir.

Bálsamo piadoso para toda herida,
de los soñadores dulce prometida
que nos indemnizas del mal de vivir.

Tú sabes secretos de fakires magos,
para las dolencias, para los estragos,
para los embates de toda aflicción.

Al contacto leve de tus manos buenas
se cura la angustia, se mata las penas,
y nos nacen alas en el corazón

Muchos compadecen a los que te amamos,
los pobres no saben por qué te buscamos
y por qué es tu culto nuestro único amor.

Culto bondadoso de los que soñamos,
de los que sufrimos, de los que lloramos,
de los predilectos hijos del Dolor.

De los que llevamos el secreto anhelo
de batir las alas y emprender el vuelo,
lejos de este mundo, lejos de este suelo,
donde tiene un trono la vulgaridad.

Y para la inútil vida cotidiana,
tú tienes consuelos como una hermana,
como una Hermana de la Caridad.

¿Tú fuiste, acaso, el fruto prohibido
que entre los follajes se hallaba escondido
del árbol del Bien y del Mal?

¿Por qué Dios al hombre desdichado le hizo?
Pero ya tenemos otro paraíso,
aunque éste sea artificial!

Tú idealizas todas las cosas grotescas
y por ti vivimos en aladisnescas
ciudades de oro, nácar y marfil.

Del joyel del sueño nos abres los broches
y es la vida un cuento de Mil y Una Noches,
y es la vida un sueño de un cuento de abril.

Morfina,
divina!

dame tus caricias para resistir
el amargo acíbar de nuestra existencia,
dame tu veneno, dame tu inconciencia,
porque ya sin ellos no puedo vivir