Ir al contenido

Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/532

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
145
 

Pero ella, sin preocuparse de la curiosidad que la escena había despertado entre los viajeros, se postró ante él y le tendió los brazos, grítándole:

—¡Le amo a usted! ¡No me abandone! ¡No puedo vivir sin usted!

Los artistas, tras una corta deliberación, consintieron en llevarla con ellos en calidad de partiquina.

Empezó por representar papeles de criada y de paje; pero cuando la señora Beobajtova, orgullo de la compañía, se escapó, la reemplazó ella en el puesto de primera ingenua. Aunque ceceaba y era tímida, no tardó, habituada a la escena, en atraerse las simpatías del público. Fenoguenov, con todo, seguía considerándoda una carga.

—¡Vaya una actriz!—decía—. No tiene figura ni maneras, y además es muy bestia.

Una noche la compañía representaba Los bandidos, de Schiller. Fenoguenov hacía de Franz y Macha de Amalia. El gritaba, aullaba, temblaba de pies a cabeza; Macha recitaba su papel como una escolar su lección.

En la escena en que Franz le declara su pasión a Amalia, ella debía echar mano a la espada, rechazar a Franz y gritarle: "¡Vete!" En vez de eso, cuando Fenoguenov la estrechó entre sus brazos de hierro, se estremeció como un pajarito y no se movió.

—¡Tenga usted piedad de mí!—le susurró al oído—. ¡Soy tan desgraciada!

Los campesinos
10