Ir al contenido

Página:Crónica de la guerra hispano-americana en Puerto Rico.djvu/88

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
62
A. RIVERO
 

estado mayor y Marina; se escribieron montañas de papel; se iniciaron diversos planes de defensa para la plaza y todo quedó en suspenso.

Hoy (no creo violar ningún secreto), San Juan está indefenso contra un ataque del exterior, fiándolo todo, en caso de guerra, a la acción de la escuadra. No es ajeno

Cañon de bronce de uno de los fuertes de San Juan.

a este libro si traigo a él algo que añada un grano de arena a la labor de los ingenieros y artilleros de los Estados Unidos que, en su día, han de estudiar el plan de defensa de San Juan. Desde luego, que los castillos y toda la fortificación actual sólo debe conservarse como reliquia histórica, de gran valor y sobre la que nadie debe poner mano. El emplazamiento de las baterías para morteros y obuses rayados, de gran calibre, está en un cerre situado al Sur de la bahía y camino de Bayamón. Desde allí arriba y con fuegos fijantes, se puede batir a mansalva las cubiertas de los buques de guerra que se aproximen a 10 millas, desde Punta Salinas hasta más allá de las Bocas de los Cangrejos. Esta loma, cubierta de monte y enmarañados zarzales, dificultaría toda observación del enemigo, que pudiera auxiliarle en sus fuegos. Sobre las mismas lomas, y a media ladera, en cota de 20 metros a lo sumo, para reducir el espacio muerto, grandes cañones batirían los blindajes de la escuadra enemiga.

Batería de la plaza de Armas, castillo de San Cristóbal, donde hubo emplazados dos obuses de 24 centímetros.