, —Ve á descansar á la cama, querido corcito; para curarte.
Pero la herida era tan ligera, que al dia siguiente el corzo no sentia nada, y cuando volvió á oir en el bosque el sonido de la cacería, dijo:
—No puedo parar aquí, necesito salir, no me cogerán con tanta facilidad.
9.
Su hermanita le dijo llorando:
—Hoy te van á matar, no quiero dejarte salir.
—Me moriré aqui de disgusto, si no me dejas salir, la contestó; cuando oigo la corneta de la caza, me parece que se me van los pies.
La hermanita no pudo menos de ceder, le abrió la puerta llena de tristeza, y el corzo se lanzó al bosque alegre y decidido.
El rey apenas le vió, dijo á los cazadores.
—Perseguidle hasta la noche, pero no le hagais daño.
En cuanto se puso el sol, dijo el rey al cazador:
—Ven conmigo y enséñame la casa de que me has hablado.
Cuando llegaron á la puerta, llamó y dijo :
—Soy yo, querida hermanita, ábreme, corazoncito mio.
Se abrió la puerta y entró el rey, hallando en su presencia á una joven de lo mas hermoso que había visto :
nunca.
La joven tuvo miedo cuando vió que en vez del corzo, entraba un rey con la corona de oro en la cabeza; pero el rey la miró con dulzura y la presentó la mano, diciéndola.
¿Quieres venir conmigo á mi palacio y ser mi esposa?
—¡Oh, sí, contestó la jóven, mas es preciso que venga conmigo el corzo, no puedo separarme de él.
El rey dijo :