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Reveladoras — 137

— ¿Has tenido tú muchos?

— ¿Novios? ¡Regular!

— ¿A qué edad el primero?

Sepultóse Gloria en sus recuerdos, perdida en confusas lejanías.

— A los trece años — dijo luego —. Pero aquél puede decirse que no lo tuve yo, sino qué... me tuvo. En realidad, era el novio de una prima mía; un maquinista del tren. Estaba yo sola una tarde y entró él... me dijo que era guapa y me reí; me dijo que me quería y me reí... y...

Soltó una carcajada, contenta de poder jugar con intenciones equívocas que Petra no entendiese.

— Y nada... que me quiso aquella tarde, como si hubiese sido su novia..., ¡más!... Sólo que tenían hecho el ajuar mi prima y él, y al mes se casaron; se marcharon. Después me puse en relaciones con un señorito muy guapo — continuó, apresurada para aturdir a Petra con su sonrisa maligna y no dejarla preguntar —, el señorito de mis amos. Ya se ve; le entraba el chocolate todas las mañanas, y el señorito acabó por enamorarse. Una noche fuimos de máscara al baile, cenamos y me achispé un poco... ¡Le digo a usted que se divierte una de veras con los novios!

Petra estaba violenta, casi avergonzada de no sabía qué adivinaciones terribles, que no podía en modo alguno conciliar con la tranquila jovialidad de la criada.