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Página:De Madrid a Nápoles (1878).djvu/242

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DE MADRID A NAPOLES

— Yo falto de Madrid liace üeinjjo. — Y usted, ¿quién es? — Yo soy, etc., etc. — ¿Conocerá usted á Fulano? — Si..., mucho..., ¡Qué guapo es! — ¿Y qué se hizo de Mengano? ¿Sigue... — ¡ Vaya si sigue I — ¡ Hombre ! ¿Y Zutano? — ¡Ah! ¡Zutano! Yo lo quiero mucho. — ¿Y á Perengano? ¿lo conoce usted? — ¡Ya lo creo! — ¡Qué bueno es Perengano! — ¿Y cómo anda aquello? — ¡Ah! España es esto y lo otro..., y lo demás de ella... ¡Pero no hay nada como España? Los italianos son así, y los franceses del otro modo, y los españoles..., ¡ah! ¡los españoles! — ¿ Y viene usted por mucho tiempo á Dalia? — ¿Y volverá usted pronto por aquella tierra? — ¿Y vio usted á mi familia antes de partir? — ¿Y vive usted en el Hotel? — ¿Y usted no conoce á Milán? Etc., etc., etc.. — Pues, entonces... tomaremos té en el Café del Comercio, plaza de la Catedral, y nos iremos á casa... ¿Se parece á usted bien?


Es la una de la noche. Paréceme que acabo de darme un baño de España. ¡ Cuánto hemos charlado ese buen aristócrata y yo ! ¡ Qué modo de convenir en ideas ! ¡ Qué manera de elogiar á todos los ausentes ! ¡ Qué buenos han resultado cuantos hombres conocíamos los dos ! ¡ Qué embellecido por la distancia hemos visto á Madrid ! ¡ Qué gana teníamos ambos de hablar en español y como españoles!

— ¡Que tonteria es viajar ! ¡No hay nada como España  » nos hemos repetido cien veces. — ¡Y cuánto nos hemos divertido!...

Ahora estoy solo, en mi celda de viajero, completando mi larga historia de hoy y formando mi programa de mañana.

¿Qué será á estas horas del señor cura de Pavía?...

¡Pero, no retrocedas, ¡oh mente! ¡No te pares en esta cruel peregrinación, en que los sentidos , como otros tantos bárbaros, van asolando todas tus añejas ilusiones; van desvaneciendo todos los fantasmas del deseo; van reduciendo á prosaicas realidadi-.s tus sueños dorados de ver el Mont-Blanc, el Pó, la Cartuja, il Duomo, el Teatro delta Scala y tantas .£»tras cosas ! ¡Sigamos adelante, á fin de que pronto la luz crepuscular del recuerdo preste una nueva poesía, mucho más bella que la de la esperanza, á estas fugaces y desabridas emociones!

¡ Estoy en Milán ! — Esto no significa hoy nada para mi , sino con referencia al ayer.— Si yo hubiera nacido en Milán, habría deseado conocer