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Página:Dramas de Guillermo Shakespeare.djvu/382

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O T E L O.


RODRIGO.

Ya no pienso en eso: voy á convertir en dinero todo lo que poseo.

YAGO.

Hazlo así, y mucho dinero, mucho dinero en el bolsillo. (Se va Rodrigo.) Este necio será mi tesorero. Bien poco me habia de servir mi experiencia del mundo si yo fuera á perder más tiempo con él. Pero aborrezco al moro, porque se susurra que enamoró á mi mujer. No sé si es verdad, pero tengo sospechas, y me bastan como si fueran verdad averiguada. Él me estima mucho: así podré engañarle mejor. Casio es apuesto mancebo. ¡Qué bien me: valdria su empleo! Así mataria dos pájaros á la vez. ¿Qué haré? Yo he de pensarlo despacio. Dejaré correr algun tiempo, y luego me insinuaré en el ánimo de Otelo, haciéndole entender que es muy sospechosa la amistad de Casio con su mujer. Las apariencias suyas, son propias para seducir á las hembras. Por otra parte, el moro es hombre sencillo y crédulo: á todos cree buenos, y se dejará llevar del ronzal como un asno. ¡Ya he encontrado el medio! ¡Ya voy engendrando mi plan! ¡El infierno le dará luz para salir!