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Página:Esmeraldas (Cuentos mundanos).djvu/58

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—No sea sonso... ¡Siga su camino!

—¡Jesús, que mala!... ¡Naide lo diría viendo esos ojos!

—¡Pues no!... Siga su camino y déjeme.

—¡Qué esperanzas!... ¡Primero me desuellan!... ¡Mirá, dejarla aura que la he caturáo! ¿Qué no sabe que uste es la prienda más linda de la sesión?

—¡Bueno... vaya... dejeme!... y feliz con las palabras del galante gallo policial se hacía la que caminaba ligero para escapar a su compañía... ¡Mire que nos va a ver el patrón!

—¡Pero si yo tengo que hablarle de lo que la quiero!... Espereme esta noche en el zaguan... ¿Si?

—¡Qué se ha creído, eh!... ¡Yo no soy de esas!

—¡No se enoje mi negra... si es pá hablar no más!... ¿Me va a esperar?

—Siga su camino...

—¡Vea si había sido mala! ¡Quién lo había de creer viéndola tan rica!... ¿Me va a esperar?

—¡No!

—¡Dígame que no mirándome... ¡Qué me maten sus ojos!... ¿Me va a esperar?

—Ya le he dicho que nos va a ver el patrón... ¡déjeme!