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Página:Historias extraordinarias (1871).djvu/168

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EDGAR POE.

casos semejantes; pero me abstendré de hacerlo porque creo no sean necesarios tantos ejemplos. Cuando se piensa en lo difícil que es descubrir semejantes hechos, y de los muchos que, sin embargo, se descubren, no es dable dejar de convenir, en que muy frecuentemente habrán de suceder, por más que casi siempre lo ignoremos. En efecto, siempre que por cualquier motivo se remueven en un espacio, por corto que sea, los cadáveres de un cementerio, es muy raro no encontrar algunos en posturas que inspiran horribles sospechas.

¡Horribles sospechas! Pero menos horribles que la realidad. No hay suplicio alguno que pueda producir tal paraxismo y tan espantosa combinación de sufrimientos físicos y morales. El peso intolerable sobre los pulmones, los vapores sofocantes de la tierra húmeda, la presión de la mortaja, la convicción de lo inútil de las propias fuerzas, la lobreguez de una noche absoluta, la presencia cierta é invisible del gusano destructor, cuya llegada presentimos; unido todo á la imágen del aire y de la vegetación que hallaríamos algunos piés más arriba, unido también al recuerdo de los amigos que acudirían presurosos á libertarnos, si pudieran sospechar nuestra situación, y esto con la horrible certidumbre de que para ellos permanecerá eternamente ignorada, de que os tendrán todos por muerto, y de que realmente lo estáis para todos, menos para vos mismo; digo, pues, que esto origina en ese co-