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Página:Jean-Henri Fabre - La vida de los insectos.djvu/146

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LA VIDA

Esta profundidad de metro y medio no puede ser constante. Hácenla variar muchas circunstancias, como el grado de frescura y consistencia del medio atravesado, el ardor del insecto en el trabajo y el tiempo disponible, según que la época esté más o menos próxima del desove. He visto madrigueras un poco más profundas y otras que ni siquiera llegaban a un metro. Pero el Minotaurus, para establecer su familia, necesita en todos los casos una habitación profunda, más que la de todos los excavadores que conozco. Luego veremos qué imperiosas necesidades obligan al colector de excremento de oveja a domiciliarse tan hondo.

Antes de abandonar el sitio, anotemos un hecho cuyo testimonio tendrá más tarde su valor. La hembra se ha encontrado en el fondo de la madriguera; encima, a cierta distancia, estaba el macho, uno y otro inmovilizados por el espanto, en una ocupación que aun no es posible precisar todavía. Este detalle, visto y revisto en las diversas madrigueras excavadas, parece significar que los dos colaboradores tienen cada uno un lugar determinado.

La madre, más ducha en cosas de crianza, ocupa el piso inferior. Ella sola cava, por estar más versada en las propiedades de la vertical, que economiza trabajo dando la mayor profundidad. Ella es el ingeniero, siempre en relación con el frente de ataque de la galería. El otro es su peón, colocado detrás y dispuesto a cargar los despojos en su esportilla cornuda. Más tarde, la excavadora se hace panadera; amasa en forma de cilindro los pasteles de los hijos; el padre es entonces su oficial de pala. El le trae de fuera la masa para hacer la harina. Como en todo buen