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Página:Jean-Henri Fabre - La vida de los insectos.djvu/154

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LA VIDA

en la elección de la naturaleza del suelo, y cava indistintamente sus habitaciones en una tierra blanda ligeramente arcillosa, o en las desmoronadizas arenas de la molasa; y esto hace que sus trabajos de excavación sean mucho más fáciles. La única condición indispensable parece ser un suelo seco y expuesto la mayor parte del día a los rayos del sol. Así, pues, lo que nuestro himenóptero escoge para establecer su domicilio son los taludes a pico de los caminos y de los barrancos, labrados por las lluvias en las arenas de la molasa. Tales condiciones son frecuentes en los alrededores de Carpentras, en el lugar llamado Chemin creux (camino hondo); y allí es donde he observado en mayor abundancia el Cerceris tuberculata y donde he recogido la mayor parte de los hechos relativos a su historia.

Mas para él no es bastante la elección de aquel sitio vertical, sino que toma otras precauciones para guardarse de las lluvias inevitables en la estación ya avanzada. Si alguna capa de arenisca dura forma saliente a manera de cornisa, o si algún agujero, capaz de contener un puño, se abre naturalmente en el suelo, bajo aquel sobradillo o en el fondo de esta cavidad es donde se construye su galería, añadiendo de este modo un vestíbulo natural a su propio edificio. Estos insectos son aficionados a reunirse en corto número, bien que no haya entre ellos ninguna especie de comunidad. Siempre los he encontrado en grupos de diez, por lo menos, cuando he observado sus nidos, cuyos orificios, frecuentemente muy distantes entre sí, se aproximan a veces hasta tocarse.

En un hermoso día de sol es maravilloso ver las diversas maniobras de estos laboriosos mineros. Unos arrancan pacientemente con sus